lunes, 31 de mayo de 2010

Carrera D.Sur 2010. Toca sufrir.


Nueva carrera y nuevo pasito adelante, algo pequeñito, pero adelante, algo chiquitito, pero positivo. En esta ocasión afronté la carrera en solitario. Mi hermano llevaba casi 2 semanas sin entrenar y decidió no comparecer y no localicé a Ángel antes de salida, así que el escenario era distinto al habitual


Por mi parte las dos últimas semanas tampoco habían sido buenas a lo que entrenamiento se refiere. Salí poco y sin hacer otra cosa que no fuese rodar, así que no esperaba una gran mejora con respecto a la carrera anterior, de haberla.


Otros factores a tener en cuenta fueron la temperatura, se notaba bastante más calorcito y también que iba “estrenando” zapatillas. Obviamente no era la primera vez que las usaba, pero sí era su primera competición. Creo que me precipité y al final de la carrera sentí molestias en los arcos de ambos pies. Más adelante detallaré.


Bueno me situé pronto en el cajón de salida. Había calentado un poco y ya estaba sudando como un pollo, así que decidí estirar ya en la salida y esperar el pistoletazo, no iba a gastar más energía. En este momento se produjeron varios hechos, que creo son absurdos y que se ven en todas las carreras, pero que no entiendo muy bien. Por un lado los típicos atletas con ritmo bajo, (muy bajo) que se pelean para estar en primera fila. Sí, sé que pasa en todas las carreras, y que todos tenemos el derecho a salir donde queramos y lo mejor colocados posibles, pero estoy seguro que dichos atletas recibirán, empujones y golpes durante el primer kilómetro, incluso improperios. En concreto, hablando del ejemplo de ayer, una señora que calculo tendría más de 45 años, estuvo empujando un buen rato hasta que consiguió llegar a primera línea. Pensé, -donde irá-. Tras la llegada de los atletas que siguen calentando hasta el último suspiro delante de la barrera para colocarse en primera línea, pues esta mujer terminaría en 3ª fila, y yo estaría en 5ª o 6ª fila. Se da la salida y tras 2 zancadas ya la tengo encima. Un atleta que va delante se la encuentra, la pasa por la derecha poniéndole la mano en el hombro y desplazándola hacia la izquierda para no tragársela. Ello hace que la mujer se venga hacia a mí y tenga que pagar un saltito para no tropezar con ella. Estoy seguro de que ese no sería el último empujón que recibiría en el primer kilómetro esta buena mujer.


Por otra parte, sí estoy en plan quejica-reivindicativo, me parece vergonzoso esos atletas que salen fuera del cajón. Juegan con ventaja, por no decir de los caraduras que salían directamente de los matorrales, cual alimañas, 50 o 100 metros por delante de la salida. ¿A qué juegan? ¿A engañarse a si mismos? Después dirán que la carrera está mal medida y que los puntos kilométricos no están en su sitio (que no lo están, aunque en esta carrera no estaban tan mal, creo).


Posibles soluciones a este hecho, pues desde mi experiencia internacional, jeje, estuve 5 meses de Erasmus en Holanda y corrí algunas carreras por allí, sería esencial el uso del chip. Allí era algo que había en todas las carreras. Si no recuerdo mal pagabas de 3 a 5€ por el alquiler del chip, que debías devolver al terminar la carrera (la pasta no te la devolvían). Si no lo devolvías te quitaban el importe total del chip (25-30€) de tu cuenta corriente, que era una de los datos que dabas en la inscripción, como para escaparse. Obviamente estaba la opción económica: comprar el chip, por lo que pagando de 25 a 30 € el chip era tuyo y lo podías usar en todas las competiciones dando la referencia de tu chip. La gran mayoría de atletas tenían su propio chip.


Esto hace que, todas salgan del cajón, que tu marca sea precisa ya que quedará registrado cuando tu chip pisa la alfombra de salida y cuando pisas la alfombra de llegada. Y además se pueden instalar controles sorpresa para evitar a los avispados. Como ya digo, en Holanda todas las carreras usaban el chip.


Y también para evitar los empujones y las quejas de los rápidos que se encuentran a los lentos en las primeras filas, y a los lentos que no tienen porqué salir detrás, la opción que se me ocurre es, junto con el chip, crear cajones de salida por marcas.


Yo sólo lo he vivido en mis carnes una sola vez, en Holanda, claro. En función de la marca que acreditabas te daban el dorsal con un color u otro, lo que te daba derecho a entrar en un grupo o en otro. Una persona, voluntario, te daba el acceso al cajón adecuado. A modo de ejemplo: Corredores que bajen de 4’ el kilómetro, y por otro lado el resto. Por simplificar, se podrían hacer más grupo, de hecho los había. Además allí existía una diferencia de 2 minutos desde que salía el primer cajón hasta que salía el segundo cajón. Obviamente tu tiempo final venía reflejado por el chip. Algún día hablaré de dicha carrera en particular.


Imagino que esto segundo es más complejo de gestionar por el IDI, pero lo del chip me parece algo fundamental, sinceramente.


Volvamos a la carrera, que sólo os he contado que “salté a una atleta”. Como entré pronto en el cajón, pues me situé mejor que en eventos anteriores, ello hizo que pudiese alcanzar mi ritmo antes. El primer kilómetro lo hice en 4’20”. A partir de este punto me planteé: vas un pelín rápido, tómatelo tranquilo y vamos de menos a más, o bien sigue así y ya veremos si subimos, bajamos o entramos haciendo el pino.


Estuve dudando un tiempo, incluso busqué alguna cara conocida alrededor, algún compañero de batalla, pero no lo encontré. Estuve con un grupo unos 500m, pero pronto sentí que podía ir más rápido. Desde este punto, aunque iba picando los kilómetros, iba por sensaciones.


Sabía que estaba arriesgando, arriesgando para como venía compitiendo, pero era la última popular y había que exprimirse un poco, ¿no?. Parecía que me había levantando con ganas de sufrir. Los kilómetros iban pasando y la sensación de que iba un poquito por encima de lo adecuado siempre estaba presente, pero sin embargo no sentía alarma ninguna.


Poco más que contar hasta llegar al kilómetro 7. En este punto decidí subir un poco, a ver qué decía el cuerpo. Este pequeño incremento de ritmo, unido a la llegada a la Palmera (me trae fatales recuerdos de mi primera maratón, 2005, en la Palmera fue donde peté y comenzó mi calvario, más calvario diría yo), me hizo ver que llegaba el momento de pasarlo mal. Ya había hecho la apuesta de subir el ritmo, casi nada, la verdad, y el cuerpo me comenzaba a dar malas sensaciones, pero quedaba poco, de perdidos al río. Mantuve mi apuesta y pronto sentí el agobio, pero ya había pasado el k8, y no paraba de decirme –así hasta el final, no tires.


Creo que conseguí el objetivo, mantuve el ritmo o si bajé fue 1 o 2 segundo por kilómetros, que quedó compensando con el arreón final ya dentro del parque. Cuando ya estaba en el circuito interior simplemente abrí algo de piernas, lo que hizo que el ritmo se incrementase algo, muy poco, pero lo suficiente para que nadie me pasara y yo tampoco pasé a nadie. En la recta final no me encontraba con fuerzas para esprintar y eché un vistazo para atrás y tampoco tenía a nadie cerca. Así que terminé a ritmo de crucero con una marca de 40’53”. Atendiendo a algunos GPS la distancia de carrera fue de 9.780 m, lo que saca una media de 4’11”.


Como veréis es una media calcada a la de la carrera anterior, pero creo que hay varios factores que le dan más valor. Por un lado la temperatura, que creo que fue notablemente superior a la vivida en Triana, y por otro lado mis nuevas zapatillas, que sacando a relucir su control de pronación y me crearon dos ampollas, una en cada pie, que imagino aparecieron en los 2 últimos kilómetros, cuando ya iba tocado del ala y mi pisada se volvería más pronadora. Ya había probado las zapatillas en distancia similares varias veces, pero nunca las había probado estando yo “reventado” y corriendo “mal”. De todo se aprende, son mis primeras zapas para pronadores.


Lo que si me plantea la carrera es una duda. Si hubiese salido a ritmo más tranquilo, con la intención de ir de menos a más, como en carreras anteriores, ¿me hubiese salido una marca similar a la obtenida con la estrategia de ir a ritmo “elevado” desde el principio con el consiguiente sufrimiento extra?


Creo que voy a seguir con esta duda un tiempo, y no la solucionaré. Y la otra incógnita es qué hacer a partir de ahora. Se han acabado las populares, y aprieta el calor. ¿Seguir compitiendo alguna prueba más? ¿Bajar el ritmo de entrenos o la cantidad de los mismos? Tengo cosas en las que pensar y creo que replantear objetivos. Ahora mismo estoy en un punto que no me había imaginado cuando decidí volver en Noviembre. Estoy mucho mejor, más delgadito de lo esperado y compitiendo muy bien. ¿Ahora hay que pensar en si sigo así, o me exijo más, con lo que ello conlleva, y si tiene algún sentido?


Continuará

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