miércoles, 24 de diciembre de 2014

Resumen 1er cuatrimestre temporada 2014/15



Con este título tan académico comienzo esta crónica, en cierta medida los estudios van a ser el gran protagonista de esta entrada, ya que, entre otras cosas, han sido los “culpables” del casi total abandono del blog.

Como muchos sabréis, dada mi situación laboral, nefasta, decidí volver a estudiar. Más que volver a estudiar o retomar los libros, fue buscar una nueva vía, una nueva alternativa. Algo que, para ser sinceros, no me atrae o atraía en exceso, pero que por otra parte, y ahí vamos, tiene visos de tener un buen futuro profesional. Al fin y al cabo es de lo que se trata, que uno ya va teniendo una edad como para ponerse a buscar el trabajo de sus sueños.

Así que comencé unos estudios de Ciclo Formativo de Grado Superior (la FP2 de toda la vida) vinculados a la fabricación mecánica, con idea de trabajar en el sector aeronáutico o el de la automoción. Como veis materias muy correlacionadas con mi formación universitaria (LADE) y a mi carrera profesional (básicamente auditoría de cuentas), entiéndase la ironía.

La decisión no fue fácil. Existe mucha presión, la gran parte generada por uno mismo, de que eso es un paso atrás, ¿lo es? Es pronto para vislumbrarlo, el caso es que sigo sin trabajo pero estoy invirtiendo mi tiempo. Así que por ahí hemos mejorado. No quiero ahondar mucho más en este aspecto, ya que esto no deja de ser un blog dedicado al atletismo. Pero es un tema del que sería interesante tratar, aunque quizás en otro foro.

Como decía, vamos a ir ligando el atletismo en esta historia. Si nos retrotraemos al verano, a la pretemporada, debo decir que tenía unas sensaciones magníficas. Y si nos centramos en los datos numéricos, a los tiempos, todo apuntaba a que la temporada prometía. Como venía siendo habitual, mi primera piedra de toque iba a ser la Media Maratón de Córdoba-Almodóvar del Río. No es una prueba especialmente atractiva, o sí, pero me resulta muy válida como indicador.

Llegando a Almodóvar del Río
Dicho evento era a final de septiembre y como dos semanas antes dieron comienzo las clases. Antes comenté que los registros eran buenos, tanto era así que siendo el primer envite de la temporada barruntaba que me podría acercar mucho a la 1h20m, lo que me daría un espaldarazo para el gran objetivo, la Media de Córdoba a finales de noviembre. Pero hete aquí que comienzan las clases, y la jindama, porque no decirlo, inicial de volver a meterte en un aula muchos años después, se convierte en algo más cuando te ves rodeados de mozuelos con las neuronas 10, 15 años más nuevas que las tuyas y además con los conocimientos fresquitos. La primera bofetada fue gorda, ya que se daban por supuestos conocimientos que yo había estudiado en el año 1996 y que muchos de ellos no los había vuelto a usar jamás, como la trigonometría. Cuando la dí, en el siglo pasado, me preguntaba para qué servía esa mierda. Ahora lo iba a comprobar.

Así que los primeros compases de los estudios me llevaron a hacer un gran esfuerzo en ponerme las pilas, sobretodo en esas materias que yo había defecado cerebralmente. Y por otro lado había materias que eran nuevas para todos, pero en las que además yo sabía que no iba a ser muy ducho: dibujo técnico o trabajar en el taller… pero si lo mío son las cuentas, el Excell, las calculadoras, el traje y la corbata… ¡¿Qué hago aquí?!

Como es obvio, el atletismo pasó a un muy segundo plano. Comencé a saltarme entrenamientos, a correr a horas dispares… un caos si buscas marcas y objetivos. Afortunadamente creo que digerí rápido que ahora el tiempo había que invertirlo en otra cosa, las prioridades había que cambiarlas. Al principio me ofuscaba cuando me saltaba un entreno, o corría poco, mal, casi sin tiempo y no estiraba. Bueno, de hecho ya no me acuerdo lo que es hacer una abdominal.

Con todo esto en la cabeza, y las primeras semanas en la que tenía cierto acojone, y sin el cierto, fui a Almodóvar con la sensación previa de que me iba a estrellar. No iba muy desencaminado. Traté de abstraerme, ponerme el dorsal y olvidarme de todo. La cosa sirvió hasta el K14, donde empezaron las piernas a sufrir, tocaba, y la cabeza pasó olímpicamente de esforzarse (lo que yo esperaba). Con todo hice 1h23m, lo que suponía casi 2m de mejora con respecto al año anterior. Como decía más arriba, estaba mejor que el año pasado. Fue una pena, porque en el grupo al que me acople iban un par de atletas decididos y generosos que marcaban el paso sin pedir relevos, el grupo era bueno, ideal. Un apena.

Brenes
Pasaron las semanas. En octubre había 2 pruebas del IMD, ya sabía que no iba a ir a la primera, quería preparar lo mejor posible la segunda. Sin embargo por un tema familiar también falté y no me volvería colgar el dorsal hasta el 1 de noviembre en Brenes. De ahí saqué dos conclusiones, no estaba tan mal como pensaba, pero si quería ir a la Media de Córdoba a hacer algo interesante me tenían que poner las pilas. Pero no, las pilas las tenía que seguir gastando en las aulas. Así que mi gran objetivo se diluía. Sabía que de ir a Córdoba no iba a batir marca, no ahora, por lo que desestimé ir. Habrá más oportunidades.

Alcalá del Río
Comencé a ir buscando objetivos a corto plazo. Así participé en la Nocturna de Alcalá del Río, dónde obtuve doble medalla, pero de chocolate. Fui 4º senior, me ven muy joven en mi pueblo aún, y el ganador de la prueba era local, así que también me quedé sin ese premio. Pero al menos me divertí, qué menos. Posteriormente corrí, o mejor dicho entrené suave, aprovechando la 2ª Jornada del Circuito Provincial de Cross en La Rinconada. La familia al completo nos acercamos allí y lo pasamos genial. En lo atlético ya digo, un paseíto sin espíritu competitivo alguno.

El Majuelo

Seguimos con los objetivos a corto plazo y sin mucha distancia, ya que continuaba con mi tónica de “sólo” entrenar 3-4 días semana. Una carrera que me llamó la atención fueron los 10K de Palma del Río. Me comentaban que eran llanitos, bien organizados, sin aglomeraciones. Estaba decidido a ir y a poner carne en el asador, pero volvió a actuar la priorización. Me quedé el finde en casa estudiando, ya que la semana siguiente acumulaba 3 exámenes y la fecha límite para entrega de piezas de mecanizado. Hice bien sin duda.

Últimas piezas del trimestre

Tras dicha semana ya el primer esfuerzo lectivo estaba realizado. Tocaba evaluar, ese es el verbo apropiado, si el tiempo invertido y los sacrificios tenían el resultado. Tampoco conoces el nivel de exigencia de los exámenes, de los profesores, el de tus compañeros. Y debo decir que he salido bastante bien parado, con algunas cosas que mejorar, pero muy contento, lo que me ha dado cierta paz metal. Ahora no hay que relajarse.

Con estas llegó la última carrera del año natural, y que tenía unos tintes muy especiales. Hablo de la I Carrarea Solidaria de Navidad de Mairena del Aljarafe. Fue un gran día. Por fin hacía su debut el C.A. Gacelas, un grupo de amigos que nos hemos juntado para competir y disfrutar del atletismo. Llevábamos ya un tiempo con el proyecto en marcha, pero los primeros kilómetros en competición bajo esa denominación y con una camiseta común iban a ser aquí. Nos juntamos un total de 6 amigos, de los cuales 4 tuvimos la fortuna, además, de subir al podium. 1º y 2º senior por un lado y 1º y 3º veterano-A por otro. El hecho de que hubiese premios a la general no acumulables nos ayudó un poco, pero que nos quiten lo bailado.

Permitidme que me explaye un poco más en la narración de esta prueba. Es la que tengo más reciente, uno no consigue trofeo todos los días y además estaba la sensación de volver a vestir una camiseta común, lo que me entusiasmó. Vamos allá.

No más de 400 atletas en la línea de salida, se nota la Media Maratón de Los Palacios. No se ven grandes galgos, lo que augura una buena clasificación, pero lo importante es el ritmo – me digo. La prueba discurre por un viario lleno de repechos. No había grandes desniveles, es cierto, pero ser constante en el ritmo era imposible, mucho subibaja.

Busco sensaciones más que ritmo y tengo la idea de acabar fuerte, no morir antes de llegar a la orilla. Y eso que el cebo del anzuelo era goloso, veía a la cabeza tan cerca, con dos compañeros del club tan cerca… Me decía hago un cambio y los pillo, me acoplo y vemos lo que aguanto. Por fortuna no lo hice. Opté por ser frío de cabeza. En la primera mitad de la carrera me dosificaba mucho en los repechos, veía como se me alejaban, y en las bajadas subía intensidad y notaba como recortaba o mantenía con los que tenía delante.

C.A. Gacelas

No hay mucho más que comentar de esta primera parte. Me quedé muy pronto solo, pasaba a los osados que habían salido en cabeza y ya pagaban su valentía. A poco más de 10m llevaba un atleta que tomé como referencia visual y poco más, ya que nadie me venía por detrás. Además era espectador privilegiado de la lucha de la carrera, ya que veía muy de cerca la cabeza cuando tocaba una avenida larga.

En la segunda mitad entramos en Mairena del Aljarafe “pueblo”, en el centro, adoquín que te crío. Es el momento de evaluar las patas y el corazón. Van bien, meto una marcha más y comienzo a alcanzar al atleta de delante. Tengo en la cabeza la idea de cazarle y quizás luchar en un sprint, pero en un nuevo repecho, veo que él agacha la cabeza y le como los últimos metros fácil. Aprovecho además para subir un peldaño más, para evitar que se enganche. Ni lo intenta. Mantengo la intensidad hasta que termina la calle. Giro y miro atrás a ver cómo viene, va desfondado.

Mairena del Aljarafe
Es ahora cuando viene la sorpresa. Me fijo en el siguiente corredor no está lejos, y además veo que mira 2 veces para detrás en poco espacio de tiempo. Mala señal. Quedarán poco más de 1.500m y sigo tirando. Termino cazándole. Dudo en si volver a cambiar o jugármela al final con él. Opto por lo segundo, no sé por qué. El caso es que veo que se me engancha, no va pegado pero no cede. Miro al frente y veo otro atleta, inalcanzable. Pero veo como se gira a la izquierda, se deja de subir y se baja. Entonces cambio el plan. No creo que quede mucho más de 500m y como 50m antes de que termine el repecho pego un cambio al que le doy continuidad en la bajada que me había “cantado” el atleta de delante. Mi idea es ir fuerte hasta el final. Ya voy con todo y una ligero vistazo atrás me hace ver que abro brecha. Último giro y meta, ya con la certeza de que no me caza, de hecho le había metido buenos segundos. Satisfacción enorme por el registro, dado el perfil de la prueba, y por como se desarrolló el último tercio de la carrera, dónde gané a dos rivales directos, ya que eran veteranos.


Ración, media ración y tapa

El premio gordo llega con la cascada de trofeos que nos caen. Soy 4º veterano A, pero entre los 3 de la general hay un veterano, así que me toca la pedrea.

Ahora, aprovechando las vacaciones navideñas voy a tratar de meter más fondo, a ver si me animo a correr la MM de Ayamonte, no sé con qué objetivo, pero necesito meter kilómetros.

Os iré contando lo que las obligaciones me dejen. Saludos.



lunes, 15 de septiembre de 2014

IV Nocturna Villaverde y la liebre inversa.

Se da el tiro y se desata la locura. Como es habitual, las piernas se desbocan con el inicio de la carrera. Pero yo no estoy aquí para competir, al menos no a tope, y he de reconocer,  que me hago esclavo del Garmin.



Él fue el que me hizo frenar, sabiamente, en la primera recta cuando vi que el ritmo se iba a 3’30” y eso no era “admisible”. Además sabiendo que el primer kilómetro era el más duro de la prueba, los excesos se pagan, con una cuesta y su correspondiente descenso vertiginoso. Todo en el primer kilómetro, luego todo llano para cubrir algo más de ocho mil metros.



¿Pero entonces para qué vas? Pues por compañerismo y amistad. Por ayudar a un amigo básicamente, que buscaba ser primer Senior-B local. Podría, a bote pronto, parecer un objetivo menor. Puede ser, pero no era fácil. En un lapso de 19 segundos entraron los 3 del podium, ¿pero en qué orden?



Leonardo Lora Garre, que así se llama el colega, ya el año pasado tuvo una bonita lucha con el que sería su máximo rival en esta edición. Además, según me comentó en los días previos, estaba claro que la tarea iba a ser dura. Parecía ser que ese otro atleta estaba en mejor forma que él.



Dado esto, decido ayudarle, hacerle de liebre, ya que yo sólo iba a usar la carrera como un entreno de calidad para la Media Maratón Córdoba-Almodóvar del Río. Y los ritmos que barajaba Leo me venían bien para mi empeño.



En los prolegómenos de la prueba hablamos, me indica cuál es su rival y le insto a ser cauto y hacer la carrera en positivo. Sin embargo hay de todo en la viña del señor. Hay atletas viscerales (como Leo), que se dejan llevar por la pasión y sacan un rendimiento extraordinario en competición, y otros más cerebrales (mi caso) que dan lo que entrenan en la competición y no les gusta pasarse de la raya. Ya intuiréis lo que pasó en la salida.



Sí, la liebre se quedó atrás. Leo salió voraz tras su rival, según me comentó en el primer kilómetro iban a diez metros de la cabeza. Pero yo sabía que si lo que me había relatado de él y del otro atleta era verdad, terminaría por cogerlos. Viendo la situación me puse en modo entreno, sobre 3’50”, segundo arriba, segundo abajo.


Salida. Leo el 141, yo el 157.


Se completa la primera vuelta y veo un trío. El que lo cierra es Leo que me hace un gesto para que llegue cuanto antes. No tardo en alcanzarlos. Van dos atletas del Villaverde Running, y mi colega. Efectivamente, los tres locales, y los tres marcándose.  



Mi ritmo baja, vamos a 4’05”. Le pido a Leo que aproveche y se ponga detrás de los otros dos, que parecen que van más generosos con la intención de dejarle atrás. Yo voy de convidado de piedra, arropando lo que puedo a Leo, pero sin asomar el hocico. Mi posición privilegiada me sirve para ver que, a simple vista, los otros van mejor, incluso hablan. Leo va más achuchado.



Pero a poco más de dos kilómetros para el final, Leo me hace un gesto para que pase a la acción. Como decía, le veía achuchado, así que la primera aceleración es suave. Leo se acopla y los otros responden. Mis piernas van fáciles y puedo dar mucho más, paso de controlar a los otros, y miro más a Leo. Me dice que siga igual. De repente alguno de los otros, no sé quién, dice “tira tú si quieres”. Es decir, por lo menos, uno va frito. Esto espolea a Leo, que se pone a mi lado, y me dice que si hace falta tiene un cambio más. Echo la vista atrás y le digo que lo mismo ni le hace falta. Debemos mantener. Se abre brecha. Hemos pasado de 4’05” a 3’52” y parece que Leo asume el ritmo.



Los de atrás ceden irremediablemente. Alcanzamos a otro atleta que se nos acopla cual lapa. Hay un giro algo peculiar y Leo, sabedor de lo que pasa, le pide al voluntario que mire si los de atrás cortan. Están cerca y oyen sus gritos, no recortan. Le digo que pase de ellos, no nos cogerán. Faltarán menos de 500m cuando este otro atleta, “el lapa”, cambia, le digo a Leo si vamos, hace un amago pero no puede. Nueva mirada atrás y le digo que “esto está hecho”.



Cruzamos la meta, y aunque faltaba  la confirmación oficial, nos abrazamos sabedores de que había conseguido su objetivo.



¡ENHORABUENA LEO! “BIEN TRABAJAO”.

Podio local Senior-B Masculino

Ahora a seguir entrenando para Almodóvar.

lunes, 28 de julio de 2014

VI Carrera Popular El Calonge, "carreras gazpacheras"



Carrera de la que tengo constancia desde hace dos o tres años, de la mano del amigo Leonardo Lora, pero a la que generalmente desisto de ir, dado que, o suelo estar en la playa, o bien no hay ganas de competir por estar en pretemporada. Además no soy muy amigo de estas carrera en julio y agosto, donde venimos de descansar, creemos estar en mejor forma de lo que realmente estamos y solemos pecar de optimistas, amén del calor. A este tipo de competiciones las suelo llamar "gazpacheras", por lo de veraniegas, frescas por ser cortas y lo malo es que se te suelen repetir luego a la noche.

Sin embargo esta prueba es cortita y de haber excesos, el sufrimiento no será largo. De hecho se anuncian 5.000 metros. Pero finalmente son sólo unos 3.500 m., dado que se hizo algo tarde y la iluminación no era la más oportuna. Para completar esa distancia hay que dar un total de seis vueltas a El Calonge, pedanía de Palma del Río (Córdoba). Así que no estamos antes una carrera patrocinada por Nike precisamente.


El término familiar es el apropiado para esta modesta prueba, pues son sus vecinos los encargados de la organización. Inscripción gratuita para todos y al finalizar bocadillo y refresco. No hay camisetas, buff, mochilas, brazaletes, ni nada de eso. Bueno sí, se me olvidaba, se ofrecía también gazpacho una vez concluidas todas las carreras. Curioso que para la prueba, en el paso de cada vuelta, hubiese un puesto de avituallamiento con agua, siendo los niños los voluntarios, y luego en meta no vi ninguna botellita. Y no, ambulancia tampoco había, ahora que lo pienso, o al menos no la vi.

Ya podréis barruntar que la participación no fue muy alta, y es que en la categoría de adultos éramos poco más de treinta. Y allí estaba yo, en la salida, por un lado no sabiendo muy bien qué estaba haciendo en ese lugar, y por otro lado con ganas de divertirme.

Se da el tiro, obviamente estaba en primera fila, como casi todos, y se sale a toda leche. En los primeros compases comparto metros con Leo, charlamos un poco hasta que voy pillando mi ritmo. Ojeo el Garmin y me dice que vamos ligeramente por debajo de 3’20”. ¡¡Cómo!! Se me cuelga el Güindous Long Distance Runner, erro: ritmo inadmisible, y casi de una manera automática amoldo el paso.

Van pasando las vueltas y voy cazando a los que han sido en exceso optimistas, y también comienzo a doblar a atletas. Recordemos que una vuelta a El Calonge no tiene más de seiscientos metros.

Parece que voy “cómodo”, ajustado ya el ritmo de fondista a la distancia, como gastando lo justo y necesario, cuando al pasar por la salida, otra vez, dicen última vuelta. Llevo cerca un par de atletas y me decido a tirar, a ver qué pasa. Las patas responden bien, con fuelle, y pronto doy caza al primero, que cae como un plomo.

Ahora me fijo en el siguiente, le voy recortando metros. Pero de cada tres metros que le como, él gana uno al recortar en los diversos giros. Sí, todos recortaban, todos. O al menos todos los que iban por delante de mí. Incluso en la carrera de infantiles y cadetes, que se celebró con anterioridad, me puse a posta en una esquina para evitar que los niños se subiesen, porque lo hicieron todos salvo el primero. En la segunda vuelta que completaron me dije: aquí no se sube nadie.

Bueno que me desvío. Faltaría media vuelta, y en ella tres curvas de 90º. Ya le tengo cuando se vuelve a subir a la acera. Me voy calentando. En la siguiente no puede subirse porque ya hay un doblado sobre la acera. Quedan unos 200m y un solo giro. Estamos casi parejos, y veo que cambia el rumbo decidido a volver a recortar, incluso por detrás del público. Se me hincha la vena y no me reprimo, ¡por encima de la acera es trampa!, y apostillo con un muy español ¡cojones! Al atleta le coge de improviso el bocinazo, rectifica y no se sube a la acera, se gira hacia mí, a la vez que levanta los brazos con cara de “a mí que me registren, señor agente, que yo no he sido, se lo juro por mi madre”. Estas fracciones de segundo sirven para emperajarnos definitivamente y vencerle al sprint. Al pasar por meta me saluda con el pulgar hacia arriba, a lo que le respondo con una media sonrisa. Lo que él no sabía y yo sí barruntaba, es que nos acabábamos de jugar el primer puesto de Veterano A, cosa de la que se coscaría ya en el podium.

 
Soy sincero, el trofeo no es de gran mérito, pero la experiencia sirve para quitar carbonilla y disputar una carrera corta, que hacía muchísimos años que no lo hacía (desde los extintos Controles del Parque Mª Luisa) y es obvio que se necesita otro planteamiento. De hecho, al vencedor absoluto de la prueba le pasé hace pocas semanas en Carmona, terminando por delante de él. Creo que me faltó un pelo de valentía, pero tampoco sabía cómo me iba a encontrar a estas alturas. Además, para qué ganar la prueba si el premio iba a ser el mismo: primer Veterano A y para casa.

Datos: 3.550m a 3’27” (según el Garmin, yo le sumaría dos o tres segundos que había muchos giros), 5º de la general y 1º de mi categoría.

viernes, 27 de junio de 2014

Garmin-Eco : Here comes the sun



Bien, esta va a ser una entrada un poco peculiar y fuera de la línea habitual de este blog. Pero tiene su relación. Con los últimos meses llenos de polémicas sobre el coste de la electricidad y el control que se quiere ejercer sobre las energías renovables, mi ocioso cerebro se puso a carburar.

¿Por qué no ser autosuficiente desde el punto de vista eléctrico? Obviamente, serlo implica importantes inversiones, pero yo pensaba a escala menor, más humilde en todo los sentidos. Y me preguntaba ¿por qué no cargar mi Garmin con energía solar? ¿Es posible? ¡Lo es!

Investigué un poco por Internet en busca de las opciones, asequibles, existentes y tras un primer intento fallido, con unos aparatejos baratos y de pésima calidad, di con una solución que por ahora colma mis anhelos. Adquirí una placa solar, del tamaño de una revista aproximadamente, con una salida usb, con la que la carga del reloj es posible. Posteriormente compré un adaptador usb del que salen diversos tipos de clavijas, con lo que ahora también cargo móviles o la cámara de fotos (por ejemplo).

Cargando...


La inversión global no ha superado los 16€. Aunque lo económico no es lo primordial en esta actuación, os diré que, según algún blog, cargar un móvil tiene un coste en la factura de la luz de 6 céntimos de euro, es decir que tardaremos en amortizar la inversión. Pero como ya digo mis motivaciones son otras: básico y fundamental el tema ecológico y el de la sostenibilidad. Otra, llevar la contraria a los que quieren controlar y hacernos tributar por todo, y más aún cuando lo que quieren fiscalizar es algo que no es suyo, ni nuestro.

No sé si os será útil esta entrada, pero yo me quedo muy satisfecho cada vez que coloco mi plaquita y veo mi reloj cargar, mientras tarareo … Here comes the sun...


lunes, 16 de junio de 2014

IX Nocturna Solidaria Carmona





Cuando se atisba Carmona en el calendario, es que la temporada llega a su fin. Y era algo que el cuerpo y la mente me pedían desde hace semanas. Así que no quería darle más largas a esas sensaciones, y sería allí donde me colgaría el dorsal por última vez esta temporada, que ya está bien.



Al igual que siempre, siete kilómetros, algo menos, con giros, mucho empedrado y pocos metros llanos. Como es habitual, el  plato fuerte la subida al Parador Nacional que vamos, con el paso de los años, sabiendo gestionar. Una carrera en la que me gusta sufrir, pero disfrutar a su vez, en especial de su tercio final. Dónde si has sido hormiguita y no cigarra, te puedes divertir mucho.



La sorpresa es que la disputa de la carrera coincidía con el debut de la selección española de fútbol en el mundial de Brasil, lo que lamentable restó participación entre los atletas y los vecinos echados a la calle para animar. Los que comparecimos fuimos menos, sí, pero valientes. Porque además la temperatura era de órdago, con alerta por ola de calor. Más de 30º antes de salir, casi ná.



Antes de arrancar, con mi primo




Gran aliciente, sin duda, poder saludar en los prolegómenos a uno de mis primos, Jorge, al que estoy aconsejando, en la distancia, en sus entrenamientos. Progresa adecuadamente, y en breve se irá sorprendiendo de sus logros, si hace de la constancia su compañera.



Volviendo al calor, y a la carrera en sí, la temperatura era tal que no empecé a moverme hasta cinco minutos antes del tiro, y en ese lapso de tiempo, hice menos de quinientos metros. Así estaba el panorama. Con éstas, decido salir prudente, amén de que se comienza picando para arriba.



Primera curva y primer recorte masivo, impresionante el descaro del personal. Yo a lo mío. Sé que más de la mitad de los que van por delante, al final, terminarán a mi espalda. Aunque prudente, el primer kilómetro sale rápido, 3’36”, a pesar de la primera subida, el resto es favorable.



Completamos la primera vuelta, de poco más de dos kilómetros, y volvemos a pasar por meta, para hacer ahora la vuelta grande, “la graciosa”. Con certeza es la parte más dura de la prueba, pero la más bella, sin duda, de todas las carreras urbanas en las que he participado. Pasar el arco de “La Puerta de Sevilla”, es una sensación especial, y cuando se vuelve a pasar en bajada, sin vas con hambre y piernas, es aún mejor.


Comienza la guasa


Es este punto el que marca el inicio de la cuesta al Parador, con sus dos curvas que te engañan, ya que crees llegar al final. Este año, como casi todos, subo midiendo esfuerzos, sin pasarme, que luego viene lo mejor - me digo. Arriba, y pese a todo, asfixiado y con el corazón a mil, viene el regalo de la campiña a tus pies. Enorme, llana, infinita. Parece una colcha remendada, con parches en distintos marrones,  otros dorados, por el cereal y otros verdes, por el maíz, con lunares amarillos, de los girasoles. Unos segundos, unos metros, en los que la vista se recrea y parece que el sufrimiento no existe, desaparece.

Todo lo que sube...



Pero al volver la vista al frente, al empedrado, te das cuentas que ahora toca sufrir, pero bajando. En los primeros metros parece que estás aprendiendo a correr. Vienes de subir, con esfuerzo, con zancada corta, y ahora el terreno te pide dar zapatilla. El principal problema es acompasar el paso, y recuperar la respiración, adecuarla. Una vez hecho, vista al frente y a trazar con tiralíneas. Aquí no hay acera, no hay camino, es todo uno. Así que vas los más recto posible. Si bien, es todo un aparente descenso, las piernas te transmiten rápido que también hay pequeñas zonas donde vuelves a ir para arriba. Y el cuádriceps te da un bocado, a modo de aviso.




Con todo
Si has sido capaz de guardar fuerzas, en esta parte te puedes “llevar por delante” a muchos, que pagan el exceso de subir fuerte. En la parte más rápida del descenso sólo me comí a dos o tres atletas, pero sí que me acerqué a un grupo, deslavazado, que a falta de mil quinientos metros, me puse como meta alcanzar. Aún había algún minirepecho para arriba, donde las piernas, que dolían, me decían que a pesar de todo iban más fuertes que los de delante. Y ya en el tramo final eché lo que me quedaba, los últimos metros de la temporada. Así fui pasando atletas y atletas. No fue un sprint, sino un ritmo fuerte sostenido. Si alguien me hubiese sprintado, no habría tenido respuesta. Se me quedaron dos atletas más en el tintero, pero no había más metros.



Me quedo con la sensación de haber disfrutado mucho de la carrera, me dio lo que quería. Terminar rápido, vacío y satisfecho. Y en estas alturas del año no se le pueden pedir peras al olmo. Mejora de más de 30” con respecto a mi última participación (2012). ¡Qué mejor manera de terminar el año atlético!



Ahora unas semanas de asueto, para coger impulso y planificar la próxima temporada, en la que, si quiero mejorar, el esfuerzo será un valor fijo en la ecuación.






lunes, 9 de junio de 2014

Aventura en Lantejuela




Cuando bicheando, hace semanas, el calendario en busca de posibles carreras futuras y vi la I Carrera Popular de Lantejuela, se me abrieron los ojos como platos. Nunca había estado allí, me sonaba a lejano, pese a estar en la propia provincia de Sevilla, y ya ese hecho me sedujo.

Cuando voy a una carrera no sólo miro el tema competitivo en sí, sino también otros factores. Como si estoy a gusto, si hay muchos participantes, si el sitio es bonito, si la gente del pueblo se vuelca. En fin, que no es sólo correr por correr. También debo decir que no siempre obro así. En otras ocasiones me mueve el mero afán competitivo, y uno busca carreras llanas, rápidas y para hacer marca, y me da un poco igual el resto.

Es por ello que voy a carreras como la de Esquivel o la MM de Almodóvar del Río, por citar dos. Pues ahí también metería la de Lantejuela. Siendo su primera edición, uno podría esperar errores, fallos de juventud. Pero no fue el caso, un notable alto le pondría a esta prueba, sin duda.

Entre los factores que pongo en la balanza para ir o no ir a una carrera “lejana”, está el viaje en sí. Así que días antes me tracé la ruta para llegar hasta Lantejuela con tranquilidad, sin prisas, por vías secundarias. Disfrutar de la mañana, la carretera, la música, para mí es un añadido. Así salí de Alcalá del Río y pasé por La Rinconada, San José de la Rinconada, junto a Brenes, Carmona, Marchena y finalmente Lantejuela. Algo menos de 90 kilómetros que, obviamente, hubiese hecho más rápido por otra ruta, pero que se me hicieron amenos e interesantes, disfruntando de paisajes nada monótonos y la tranquilidad de ir a tu ritmo. Vale, no tengo un BMW, voy en un Twingo, pero también me gusta conducir.

Si nos ceñimos a lo puramente atlético, diré que ir a esta carrera no cuadraba mucho. El fin de semana anterior lo había dado todo en la Carrera IMD del Parque MªLuisa y el viernes 13 quiero echar el resto en Carmona, para cerrar la temporada. Así que competir aquí no tenía mucho sentido. Exigirme el 100% iba a estar complicado, dada la cercanía de la última popular, y además corría el riesgo de hipotecarme un poco el tema de Carmona. Pero como decía al principio, no sólo es correr lo que me llevó hasta Lantejuela.

No debo negar que otro aliciente, con el que uno siempre suele caer en ensoñaciones, es el hecho de que en esta carrera el límite de inscripción eran doscientos dorsales, hubo algún participantes menos, y que había premios a la general y por categorías no acumulables. ¿Por qué no? Pese a ser algo secundario, subyace en la mente y la alimenta (el hecho de coger trofeo). De ilusiones se vive, que diría el otro, y soñar es gratis.

Sin embargo este sueño no duró mucho. Mientras recogía el dorsal y daba un paseo por las flamantes pistas, no reconocí a ningún galgo, lo que disparó un poco las pulsaciones. Sin embargo, no fue hasta poco antes de media hora del inicio de la prueba, cuando los primeros tiburones se dejaron ver. Ya vi 3 o 4 que eran totalmente inalcanzables. Así que mis esperanzas se diluyeron rápido.

No decidí ahogar mis escasas posibilidades hasta el K2. Salí a ritmo vivo, para por lo menos controlar la cabeza de carrera, aunque sólo fuese con la vista. Creo que iría entre los 20-25 primeros y esperaba cazar a algún atleta de estos que sale a muerte, fruto de la efervescencia de la salida. Aunque cacé a algunos, insuficientes, no dude, dado el escenario, en pasar al plan b: hacer un entrenamiento de calidad. Me planteé, entonces, hacer un rodaje de 6-7 kilómetros a ritmo competición, y luego ir relajado hasta meta. No tenía mucho sentido volver a competir otro diez mil, siete días después y volver a competir el viernes, si no había nada que rascar hoy.

Primeros compases
No fue fácil, pese a todo, mantener el ritmo. La carrera de Lantejuela me recordó un poco a la de Olivares: innumerables cuestas cortas, giros, muy complicado correr de una manera constante. En el K6 me dije si parar o seguir otro más, y alargué hasta el 7. Vaya elección la mía, sin duda en ese kilómetro fue donde más se subía, o por lo menos de una manera más prolongada. Ya a partir de ahí suave hasta meta.



Iba cansado, no podía ser de otra forma, pero no muerto. De hecho me costó bastante desconectar de la carrera. Quería ir tranquilamente a 4’40”, 4’50” hasta meta, pero sin embargo seguía con cierta tensión competitiva en las piernas. Es en este punto, en el que iba relajado, donde me percaté del calor que hacía. Qué alegría que en los puntos de avituallamiento, un total de tres, el agua estuviese fría.

Últimos metros

Poco queda que narrar de la carrera. Obviamente me pasaron atletas hasta llegar de nuevo al estadio, pero aún disfruté de un instante más. Al llegar a los aledaños de las instalaciones deportivas voy escuchando como van coreando un nombre tras mi paso. Debe ser la persona que viene justo detrás de mí (pienso). Echo un vistazo y parece un señor bastante mayor. Veo que se afana por cazarme en las pistas, y decido esperarle para entrar junto a él. Gran esfuerzo el suyo, con casta, aunque al final casi nos peleamos porque quería que yo entrase primero. Lo hicimos a la par.

Por último quería hacer una mención especial a la organización. Voy a tratar de ser lo más objetivo posible. Recogida de dorsal muy rápida. Ubicación de la salida, muy buena, sin aglomeraciones, limpia. Viario, muy bueno, quizás algún giro de 180º que te rompe el ritmo, pero nada más. Balización: excepcional. Medición: me dio exactamente en el Garmin 10K, así que lo mismo tiene algún metro menos. Bolsa del corredor: camiseta, bocadillo, fruta, agua, refresco, dos latas de cerveza, folleto del pueblo y mapa de la provincia. Instalaciones: pistas nuevas, aunque no de tartán, campo de de césped de artificial para calentar y estirar y vestuarios con duchas con agua caliente. Había servicio de masaje. No sé si había servicio de guardarropa. Recibí mucho ánimo del pueblo durante la carrera, no tuve problemas con el tráfico y había muchos voluntarios en el recorrido. Con todo esto quiero decir que es una carrera muy, muy recomendable, pese a la lejanía. Probablemente el año que viene repita.

miércoles, 4 de junio de 2014

Carrera IMD Parque Mª Luisa 2014



Escribo con cierta desgana esta crónica, quizás con la misma que afrontaba esta carrera y también las últimas semanas. Y es que con el calor y toda una temporada encima, cuerpo y mente piden ya un respiro, y lejos de dárselo, por lo general, seguimos estirando y estirando más la temporada, aunque nuestro rendimiento vaya ya en claro declive.

Como os decía, desde la anterior popular, que salió mal y eso también pudo afectar, los entrenamientos ya no iban saliendo tan bien, se sale a entrenar apocado y claro, así, es complicado.

A sabiendas de ellos un sigue entrenando y el único objetivo en esta carrera, finalmente, era no petar y terminar satisfecho con el trabajo, más allá de la marca. Digo que finalmente porque tras la del Parque de Los Príncipes, una debacle, me puse como meta bajar de 36’48”. Pero con el paso de las semanas vi que me podía estrellar otra vez, y que iba a ser mejor esperar al otoño, con la nueva temporada, para volver a luchar al 100%.

Mirando la hora, pensando en qué hacer luego del paseo.

La semana previa a la carrera transcurre sin tensión, duermo bien la noche antes, y en la salida no tengo ningún tipo de nervios. Sólo me contagio un poco, ligeramente, del ansía que veo en algunas caras de los compañeros con los que caliento y hablo. Pero aún así estoy… pluff.

Se da el tiro y salgo a mi ritmo, buscando mi paso, nada de hacer un primer kilómetro a muerte. Nada de alardes. Esto hace que me pase muchísima gente en la salida, pese a picar a 3’40” el primer mil. Pero ya en ese punto la cosa cambia y soy yo el que empieza a pasar. No hay mucha historia. Sigo entre 3’38” y 3’40”, estable y relativamente cómodo. De hecho incluso me veía con la posibilidad de atacar la marca. Pero seguí con pies de plomo.

Segundo "palmerazo"

En el K3 ya me quedo solo, he ido apoyándome en grupos para ir escalando posiciones, pero ya aquí sólo hay atletas sueltos. No sería hasta mediado el K6 o llegando al K7 donde hubo un cambio. Pasamos bajo las vías del tren, suelto piernas y brazos en la bajada y contemporizo muchísimo en la subida, no quiero cebarme. Pese a mis esfuerzos esa leve subida me sacó de ritmo, no volví a él.

Ya hasta meta tuve una lucha conmigo mismo bastante intensa. ¿Dejarme ir o seguir? Me costó, pero luché por lo segundo. Como decía el ritmo se resintió un poco, sobre 3’45”, hasta llegar a meta. Incluso el último mil, donde hice un amago de subir el ritmo, vi que no era posible y me fui a 3’48” ya tieso, sin cambio en la recta final. Finalmente 37’07”. Ya digo, no fue la carrera de mi vida, pero creo que poco más se podía sacar.

Meta, "no fuel"
 
Como anécdota decir que, ya dentro del parque, antes de llegar al K9, que estaba perfectamente marcado, había un arco hinchable. En esa recta, y sin venir a cuento, dos atletas se lanzaron en un sprint a muerte, como si no hubiese mañana. Pocos metros después ellos, yo, y todos los que por ahí estábamos, nos percatamos que los dos creían que era el arco de meta y que habían hecho un precioso sprint a 1K de meta. ¡Qué pena no poder reírme entonces! No había fuerzas, pero fue un puntazo.

Bueno, ya queda menos, próxima y última parada: Nocturna de Carmona. ¡A DISFRUTARLA!