miércoles, 3 de octubre de 2012

XXVII Media Maratón Córdoba-Almodóvar del Río


Hasta la Media Maratón de Córdoba, 25 de noviembre, queda aún mucho y siempre es bueno tener objetivos, motivaciones, que den aliciente al hecho de salir a entrenar. Así que escudriñando el calendario encontré la XXVII Media Maratón Córdoba-Almodóvar del Río, que nunca había disputado.

Acudía con muchas dudas a esta prueba. Mis entrenamientos me decían que debería afrontar la prueba sobre 4’10”-12”, sin embargo la bajada repentina de temperaturas hizo que mi último entreno dijese que podría ser más agresivo. Por tanto no sabía a qué ritmo salir.

Afortunadamente, y como no iba a por marca, ni mucho menos, no llevaba mucha presión. El plan era acompañar a un amigo que está preparando una maratón y se tomaba esta carrera como un test. Desgraciadamente no pudo ser, “Javigan” no pudo asistir, gracias por tu dorsal, y me quedaba huérfano de compañero. Pero fue por poco tiempo, en la misma tesitura andaba Moncho y con él salí.

Salida ancha, fácil colocarse y coger el ritmo con las primeras zancadas. Antes de terminar el primer kilómetro ya estamos en la carretera que une la Córdoba con Almodóvar del Río, así que todo tieso.

Moncho y yo vamos hablando, cada uno de sus objetivos, a un ritmo de 4’10” aproximadamente. Un poco más adelante va una chica, Susana, amiga de Moncho y cuyo objetivo es luchar por la prueba y además tenía en mente una marca de 1h20m. Nos damos cuenta que está demasiado cerca nuestra si lo que busca es ese registro. Justo antes del K3 la cazamos y se confirma que no va nada bien, según parece ya tuvo problemas en el calentamiento. Le damos cuartelillo, pero ella no va. Moncho decide seguir con ella (finalmente se retiró) y yo, con dudas, sigo para delante.

No hay mucho más que contar, una recta infinita, desde el K7 ya se ve el castillo de Almodóvar, así que te puedes comer el tarro con ello. Sin embargo yo iba centrado en los que tenía delante y trataba de no echar cuenta a que el castillo no parecía acercarse nunca.

Salida. Se me ve, pero poco.

Hasta el K10 fui con un chaval, que aunque no hablamos nada, por lo menos iba a mi lado. Pero en el punto de avituallamiento del K10 yo me quedé solo.

Aquí las cosas marchaban muy bien. Ya iba a 4’05”, incluso menos, de hecho marqué un par de kilómetros a 3’59”, obviamente en zona con perfil descendente. Esta prueba en general tira para abajo, aunque tienen sus falsos llanos.

Lo peor, para mí, vino en el K15 aproximadamente. Larga curva a la derecha y el desnivel lateral, peralte, es demoledor y noto como zancada tras zancada se me va cargando más y más el glúteo izquierdo. Duele y mucho. Afortunadamente se termina la curva y volvemos a una recta, suavizándose el peralte y con él la molestia.

Ahí ya se me encendió la luz roja y estaba claro que tocaba sufrir. Además tenía en mente los comentarios de compañeros que me comentaron que antes del pueblo había que pasar un puente sobre la carretera. Pero antes otra curva, y el peralte es impresionante, la pierna izquierda se me engarrota totalmente, trato de irme al centro de la calzada, un gran esfuerzo. Desde este punto vinieron los peores kilómetros. Las zancadas ya no eran tan alegres y apenas levantaba las rodillas. También es cierto que iba en ligerísimo ascenso.

Ya se veía el puente de marras, pero por mucho que me fijaba no veía a gente sobre él. Afortunadamente no hubo que subirlo y se entraba al pueblo sin tener que cruzarlo. Ya sólo restaba poco más de 1K y tiraba para abajo. Abriendo piernas casi vuelvo a bajar de 4’, pero ya no iba para alardes y tampoco tenía mucho sentido tirar.

A unos 300m de meta me pasa un atleta y se me queda a 1m, creo que me mira y me dice – pasa, pasa, es que voy esperando a un compañero. Le respondo –Sin problema, no hay prisa. Finalmente éste vuelve a frenar para esperar a su colega. Encaro la recta de meta y escucho por detrás que vienen varios en tropel, y no sé muy bien por qué hago un pequeño cambio para asegurarme la posición.

El ganador acercándose a Almodóvar del Río. Bonita foto.

Termino con 1h27m01s, unos segundos menos según la organización. Creo que el resultado ha sido justo y acorde a la preparación, una pena esos 2-3Km malos. La conclusión que saco de esta prueba es que queda mucho trabajo por delante si en Córdoba quiero bajar de 1h23m, va a ser duro.

No quería terminar esta crónica sin hacer mención especial a la organización de esta prueba, que me ha parecido impecable. Todo perfecto, no tengo queja alguna. Obviamente me gustaría que hubiese mayor animación, pero claro la carrera discurre por una carretera y la gran mayoría del tiempo vas absolutamente solo, sin público. Y el otro punto es el desnivel lateral, pero es mas de lo mismo.

Esta carrera va dedicada a "Javigan" y para quien tú ya sabes. ¡Mucho ánimo!


lunes, 10 de septiembre de 2012

II Media Maratón de montaña del Valdigüelo


Siendo lo más somero posible podría decir: la he hecho más rápido que el año pasado, siendo más dura, y encima he terminado mejor. Con esta simple frase quedaría todo dicho sobre la carrera de ayer en Santa Marta de Los Barros (Badajoz), pero me dejaría atrás muchos matices, demasiados.


Mi planteamiento con esta prueba, dado el conocimiento de la edición anterior, era sufrir menos, hacerla más rápida y disfrutar. Podría ser complicado a prior, pero yo sabía que era factible. ¿Por qué? Bien, el año pasado pequé de optimista y hacía más calor, eso como poco. Este año, por el contrario, he metido bastantes más cuestas en la preparación veraniega (a todos ojos insuficiente para lo que esta prueba exige), incluso he deskilometrado un poco y he hecho una semana previa suave. Con ello, y sobretodo con la experiencia previa, creía que el objetivo era posible. Otro reto, secundario, era no caminar, pero ya os anticipo que no pudo ser, es más, diría que debí caminar más.

Vamos sin más dilación a la prueba. Bueno unas horas antes, porque para llegar hasta Sta. Marta hay que madrugar y dormir poco, de hecho creo que dormí algo más de 4 horas, ya que a la 1 de la mañana aún estaba dando vueltas en la cama y a las 5:20 sonó el despertador, importante “handicap”. Venga, venga, demos el tiro!

Salida! Y repaso mi estrategia. La tenía, en serio. En las zonas llanas, hay pocas, no ir más rápido de 4’30”, en las subida ponerse en modo motocultor (no llego ni a tractorcito) en las bajadas recuperar físicamente al inicio de las mismas y recuperar tiempo a posteriori.

Con esto en la cabeza recorro los primeros metros y encuentro un compañero inesperado: Nacho. Me voy con él y vamos parloteando en los primeros 2-3 kms hablando de carreras y objetivos futuros. Relajados, despreocupados. Bien, me dije. Llegamos a la primera rampa y ambos, que ya la conocemos, cerramos el pico y comenzamos el primer calvario. Es dura, muy dura, la más larga de la prueba, más de 2 kilómetros. Aquí cada uno va a su rollo. Muy bonito mirar para arriba y ver a los primeros serpentenado en la subida. Pienso que aquí el año pasado caminé y mucho, pero este año voy lento, pero acompasado y no paro. No me cebo. Nacho pierde unos metros, pocos. Corono con el ánimo de los voluntarios que nos informan: Ahora 3 kilómetros de bajada!!!  Primer cambio de recorrido, el año pasado la bajada no era tan larga. Lo comento no Nacho que me caza pronto y bajamos juntos. Veo que el tiene más ímpetu bajando, o mejor dicho que yo quería recuperar más que tirar. Pero volvemos a parlotear y volvemos a hacer dupla.

Pasamos el segundo punto de avituallamiento, los hay cada 3K aproximadamente. El año pasado girábamos a la derecha, en esta ocasión seguimos de frente en frenético descenso. Sería fácil ir por debajo de 4’, casi sin querer, pero no lo damos todo. Tras el descenso viene una zona de falsos llanos donde volvemos al crucero.

Utilizo esta zona para hacer un auto-chequeo. Las sensaciones son buenas, y voy animado. Casi sin quererlo nos acercamos al ecuador de la prueba. Nacho y yo comentamos que si el año pasado tiramos por allí y subimos por aquel lado, que no era por detrás de aquella loma. Pasamos una capilla, y nos miramos. Por aquí el año pasado no pasamos, definitivamente.

Nuevo punto de avituallamiento, K9. Le comento a Nacho que hasta el K16, aproximadamente, toca subir mucho, pero hay descansos. La primera subida es brutal, brutal. Como será que en medio del campo, de encinas y olivares, hay un tramo que han cementado, supongo que porque los coches no podrían subir por el camino de tierra y grava que habría. La rampa tiene un par. Metros por delante veo a un hombre que camina y no le recortamos nada. Pienso en parar y caminar, pero no, sigo. Creo que aquí estuvo mi gran error. La rampa se empina y de que manera, pasamos el K10, que han señalizado con pintura sobre el cemento y además hay mensaje de ánimo tipo puerto de montaña en ciclismo. A lo lejos se ve algo más pintado en el suelo, te da tiempo a leerlo perfectísimamente, dice algo así como: vamos, ánimo, que no quea’ná!! Durísimo. Afortunadamente, cuando los cuadriceps te van a reventar y no levantas el pié un milímetro del suelo, ves el fin de la cuesta… aprietas los dientes, los puños, bajas la cabeza y echas el resto.

Ahora toca bajar, de nuevo a saco, pero esta vez el margen es corto ya que se vuelve a subir casi enseguida. Nacho, que esta vez no perdió un metro, se lanza en la bajada, yo le iba a seguir, pero mirando al horizonte veo la gente que vuelve a subir. Así que prefiero recuperar en vez de seguirle. Se me escapa, ya irremediablemente. Creo que fui demasiado generoso en el esfuerzo, debí caminar sin duda, y no vaciarme tanto como hice.

Aquí además se produjo el punto crucial, para mí, de la prueba y diferencial con la prueba del año anterior. En 2011 creo que por el itinerario podría haber yo circulado con mi Twingo, por ejemplo, con menor o mayor dificultad, pero hubiese completado la prueba. Este año no. Tras coronar la cuesta cementada lo hubiese tenido que dejar aparcado.

Ya no íbamos por pistas forestales, con más o menos baches, ya era senda con mucha, mucha piedra, planas, guijarros, por lo que ya no es sólo las cuestas, sino que debes buscar la trazada más cómoda para encontrar el mejor apoyo. Eso subiendo, bajando, dónde pretendía recuperar tiempo, ahora vas jugándote el tipo.

Pero volvamos a cuando empiezo a bajar tras la cuesta de cemento, casi inmediatamente se sube, por el terreno éste ya más complicado. La cuesta no parece tan dura pero las piernas van tiesas, estoy pagando el peaje de antes. Afortunadamente sigo corriendo. Nacho se me escapa, así que no pienso más en él. Está claro que, pensando en el perfil que tenía en la cabeza, hasta casi el K16 no iba a recuperar nada. Ya que no había terreno en el que pudiese recuperar tanto como necesitaba. Ya no hablo de tiempo, sino de recuperarme físicamente. Así que modo motocultor y paciencia.

Seguimos por la senda y en el K13 puesto de avituallamiento, en el que camino un poco para beber bien. Dan el agua en vasos de plástico, y en los puntos anteriores no bebí bien, me tiraba agua encima y cogía mucho aire. Incluso en uno de ellos noté algo de flato, así que desde este punto caminé unos metros para beber tranquilamente.

Durante buena parte del recorrido llevaba cerca de mí un ciclista. Había varios, cuyo objetivo era controlar y auxiliar dado el caso. En el puesto de avituallamiento el ciclista ha echado pie a tierra, mientras bebo comentan que por ahí no podía subir, y los voluntarios le aconsejaba rodear la loma. Ya no era sólo era desnivel, que volvía a ser brutal, sino el terreno. Ahora no había piedras, sino terreno algo arenoso, terrones, era campo medio arado y que en ocasiones se desmoronaba a tu paso entre encinas. Complicadísimo. Además había que esquivar las boñigas del ganado, naturaleza en estado puro. Llevaba algunos metros por delante al mismo hombre que comenté antes que caminaba en la subida y en esta ocasión veo que incluso me sacaba distancia caminando. Fue la evidencia, a caminar, a buen ritmo, pero caminando. Veo sorprendido como alguno me pasa andando, como el amigo “Espidalgo”. Me anima, pero lleva otra marcha más que yo incluso caminando, vaya crack. Es además en este repechón donde se llega al 25.1% de desnivel. Ésto no lo percibí, ya que iba caminando, fue más duro para mí la cuesta del K10.


Tras coronar me aproximo a un terreno favorable, donde en mi estrategia inicial quería tirar. Pero el terreno volvía a ser en extremo pedregoso, incluso en ocasiones era necesario saltar rocas. Así que tenías la técnica o ibas lento para no hacerte daño. De hecho me pasó un atleta que parecía volar sobre las piedras, mientras que yo parecía que no quería hacer ruido al pisar: pasos cortos, indecisos, inseguros. No estaba disfrutando, me sabe mal, pero en este punto era así. Tenía las piernas congestionadas, pensaba que aquí debía tirar, pero no podía/sabía. Andaba algo bloqueado y no pude disfrutar de las vistas y del entorno, llevaba la vista clavada un par de metros por delante pensando dónde poner el pie. Pese a mi cautela por no terminar sobre el colchón de guijarros que sembraba el suelo, perdí el pie en un par de ocasiones, sin caer, afortunadamente sin consecuencias.

Me pasan varios atletas, ando algo derrotado. De golpe volvemos a la pista forestal que subimos en el primer “puerto”, pero ahora en descenso. Abro zancada, puedo “correr”. Se me empiezan a descongestionar las piernas y la mente. Puedo liberar el pensamiento y no centrarme en cada paso. Es aquí donde cambio el chip. En este punto llevo una media de 5’12”, la del año pasado fue de 5’09” en global, así que empiezo a calcular. Ya es todo favorable, por mejor terreno, vamos a bajar la media y este año es más duro- me digo. Ahora se había vuelto la tortilla. Mentalmente volvía a estar optimista y las piernas parecían más alegres.

Pero aún hubo una media sorpresa, y digo media porque la vi venir. Me pita el Garmin, K16, y echando un cálculo rápido entiendo que no vamos a volver por nuestros pasos a meta, como en 2011. Si repitiésemos el camino nos faltarían kilómetros para llegar a los 21, así que debe haber algún tipo de rodeo. Esto me hace ser cauto y no tirar a degüello como sí hice en la edición anterior, y tras una curva se confirma la cuestión. A lo lejos veo a los atletas girar a la izquierda y vuelven a subir.


Nuevo punto de avituallamiento y a volver a coger cuestas, pero ya la cosa cambia. Son toboganes, de menor entidad, sobretodo por la longitud, y subo con relativa facilidad, sin cebarme, ¿para qué? Además veo que la media va bajando y echando la vista delante veo que ahora viene un prolongado, pero suave, descenso que simplemente uso para soltar pierna, sin tirar lo más mínimo. El ritmo es bueno, y voy holgadamente por debajo de 5’, y pese a otro repecho y la entrada en meta que también pica para arriba, tenía asegurada la marca y la sonrisa. No se podía pedir más.

Datos Garmin: http://connect.garmin.com/activity/221028768

Así que saco esa conclusión, mejor resultado en un escenario más complicado. Indudablemente me queda mucho que mejorar en este tipo de carreras, todos tenemos nuestros puntos fuertes y débiles, sin duda el mío son las cuestas. Bajo mi nivel clarísimamente en las pruebas donde las hay, soy mucho mejor rodador que “subidor”, pero todo es mejorable. 

Aquí terminaría la crónica, habitualmente, probablemente citándome para la próxima edición, pero antes de acabar hay que destacar “el momento dulce”. El año pasado, en el sorteo tras la prueba, fui agraciado con un kilo de magdalenas caseras “Domi”. Creo que mi chica no ha acogido un regalito de una carrera popular con mayor ilusión jamás. Así que este año, como una semana antes de la carrera, por medio de la organización me puse en contacto con “Domi”, que además es gran atleta y concreté el pedido de dos kilos del nombrado dulce. No creáis que son todas para mí, que hay reparto. El caso es que antes de la salida ya cerramos la transacción y guarde las magdalenas en el coche de Manuel Pinteño (gracias por el transporte, un placer conocer a Ruben y Patri). Pues bien, en el sorteo pos-carrera, otro regalito de productos “Domi”, dos bandejas de pastas “rizadas”, de las que ya me he zampado cuatro, producto muy fino. Así cualquiera no vuelve… ummm

jueves, 6 de septiembre de 2012

Opinión Puma Complete Itana



Ya son 200 kilómetros los que llevo machacando las Puma Complete Itana, así que creo es un buen momento para dar una primera opinión sobre las mismas.

Quizás no os sea muy útil, ya que no es un modelo popular, difícil de encontrar y además en el mercado ya está su segunda versión. Pero a lo mejor alguien sí pueda sacar provecho de estas líneas.

La primera sensación al salir a rodar por primera vez con las Itana es que no noté nada. Me explico, generalmente cuando estrenamos una zapatilla notamos que la amortiguación es nueva, que son supercómodas, un extra en cada paso. Pues bien, eso no ocurrió.

¿Es ello malo, bueno? No lo sé. ¿Por qué pasó esto? Entonces dándole vueltas a la mollera decidí comparar su rendimiento, ahora tras los 200 kilómetros, con las otras zapatillas del mismo segmento que he estado usando recientemente. Por un lado las Brooks Infinit 2 (ya está fuera de combate) y por otro las Saucony Progrid Hurricane 12 (ya con casi 700 kilómetros).


Son zapatillas diferentes, las tres, pero ya que estoy lejos de ser un experto voy a basarme en mis sensaciones con ellas para hacer la comparativa.

Con respecto a las Brooks creo que las Puma pierden en todo, aunque la durabilidad está aún por ver. Las Brooks me enamoraron tras unos inicios tormentosos, pero superan a las Itana de todas las vertientes. En respuesta, en velocidad crucero, la vapulea en lo que a amortiguación delantera se refiere (especialmente en la zona del metatarso), aunque quizás anden más igualadas en amortiguación trasera.

Con las Brooks he llegado a hacer series de 2.000 y 3.000 entre 3’40” y 3’45”, con las Itana ni me lo planteo, no invitan a ello, no las elegiría, de hecho no creo que ni lo intente hacer, son mucho más rodadoras. Posiblemente ahí pueda estar su fortaleza frente a la Infiniti 2, pero ésta me ha acompañado en la preparación de medias maratones sin rechistar, a ritmos exigentes, e incluso cuando acompañé un amigo 30K en la pasada maratón de Sevilla respondieron perfectamente, así que creo que las Puma tampoco la superen en ese aspecto, a los sumo empatarían.

Si hablamos de corrección también hablamos de zapatillas distintas. Las Brooks son de “guía de pisada”, y las Puma de control, con una doble densidad que va desde el puente hasta el talón. Sin embargo, y con solo 200 kilómetros, ya veo los primeros indicios de deformación del chasis en la zapatilla derecha, donde tengo mayor pronación. Sin embargo en las Brooks, ya retiradas con algo más de 1.000 kilómetros, la deformación es mínima. Eso sí, en ambos casos no he sufrido rozaduras ni realmente siento la corrección, así que este punto empatan (hay que animar a las Itana que se me deprimen).
Ahora miremos a las Saucony Hurricane 12. Aquí las Puma salen victoriosas, son más rápidas, menos torpes, aunque más austeras en confort podríamos decir, sin ser incómodas, no nos confundamos. Con las Itana he hecho progresivos terminando por debajo de 4’00” y controlados a ritmo entre 4’05” y 4’10”, es más creo que se podrían hacer más rápido, y las zapatillas de la marca alemana se han mostrado muy cumplidoras en esa franja de ritmo. Sin embargo, para mí, llegar con las Saucony a esos ritmos es mucho más complicado, son un colchón en el que confiar para largas kilómetradas a ritmos más modestos.

Las Puma tienen algo menos de amortiguación y con un tacto más firme que invita a ir más rápido que con las Saucony. También creo que las Hurricane están diseñadas para personas con mayor pronación que la mía (aunque no me hacen daño ni noto nada raro) y quizás personas de mayor peso, aunque las Itana también deberían soportar “grandes tonelajes”.


En conclusión, que nos encontramos con una rodadora algo respondona. Buena amortiguación, quizás algo escasa delante, que sin ser un colchón es suficiente. Además su tacto firme te invita a confiar en ella para subir algo el ritmo en los rodajes. No me planteo usarlas en ninguna competición, aunque les daría alguna oportunidad en la maratón.

Pese a que no creo que vaya a pasar a ser una de mis zapatillas favoritas, creo que se convertirá en una eficiente compañera en esta temporada que recién comienza.


viernes, 10 de agosto de 2012

Dismetría y fascitis plantar



Esas fueron las razones de mi visita a Sandra (la podóloga 10) ayer por la tarde. Siempre es un placer visitar su consulta.

Tocaba dar el paso definitivo en la  corrección de mi dismetría descubierta a inicios de años. Para ello desde hace unos 4 meses estaba usando un alza en mi pié derecho de 3mm y ahora tocaba llegar a los 6mm, que es la diferencia real de altura entre una pierna y la otra. El proceso de adaptación con los 3mm fue fácil, a ver ahora. Además ello debe redundar en unos mejores entrenamientos y en una mejor vida, ya que esta alza la debo llevar en todo momento, corra o camine.

La segunda razón era conocer y atajar unas molestias que llevo arrastrando unas semanas. Creí que podría ser una fascitis plantar, que afortunadamente mantuve a ralla a base de entrenar días alternos, hielo y recientemente con automasaje (muy recomendable).



Pero ahora que comienzo un plan de 5 días/semana la visita a Sandra se me antojaba fundamental. Tras una exploración me descubre una levísima fascitis plantar en su fase inicial. Sandra me hace un vendaje tipo taping para aliviar la tensión en la zona y me “fabrica” unas taloneras para relajar la fascia y el sóleo durante los entrenamientos.

Con profesionales como éstas da gusto trabajar. Gracias Sandra.

Además os dejo un enlace de un foro amigo en el que cuenta de una manera muy simple y clara lo que es la fascitis plantar:

Seguiremos informando.

ACTUALIZACIÓN 06-09-2012

A fecha de hoy os puedo informar que las molestias se han reducido notablemente a base de hielo y el masaje que se ve en el vídeo. Sin embargo lo que más noto que me ha ayudado ha sido el uso de medias compresivas.

Hace un par de semanas, ya metiendo caña en los entrenamientos, las volví a usar en series y controlados y las molestias casi han desaparecido desde entonces. Así que añadirlo a la "lista de remedios".

Saludos.




viernes, 20 de julio de 2012

Torcuato, el "trail-runner" novato.


Cuando Torcuato dio con sus huesos en el suelo, al empecinarse en mirar su Garmin en una zona oscura en la sierra de Galaroza, sabía que su espíritu de atleta urbanita se volvería a topar de bruces con la montaña. A su trayectoria basada únicamente en correr en parques y sobretodo en  asfalto se le unía su torpeza innata, mala combinación cuando decide lanzarse a lo loco por estos montes de Dios.

Pero Torcuato es cabezón, temerario y le gusta tropezar mucho en la misma piedra, aunque al caerse rompa sus molonas gafas de sol. Así que ni corto ni perezoso y aprovechando unas mini vacaciones en Ayamonte, se diseñó, sentado cómodamente en su sillita del trabajo y frente a un ordenador, una ruta trail con mucha cuesta de 14K.
Su inexperto ojo escudriñaba el mapa de Google, su mejor herramienta, viendo senderos y caminos por los que dibujar, a golpe de ratón, una ruta importante, dura y que le sirviese de entrenamiento en esta pretemporada donde su primer objetivo será ir a la Media Maratón de Montaña de Valdigüelo, al inicio de septiembre.

Torcuato madrugó, desayunó y se preparó concienzudamente: cinturón de hidratación con agua “semicongelada” para aguantar el calor, gorra (ya no tenía gafas) y para la vuelta botellón de isotónico y un “patano” (plátano).
Tenía la ruta memorizada en su retina y se puso en marcha. No se desaminó cuando al poco de empezar una señal marcaba que la pendiente iba a llegar al 10% (como los ciclistas en la tele). Pero realmente iba pendiente de un primer giro para cambiar de senda. Afortunadamente acertó y comenzó a recorrer un camino en peores condiciones.

Cuando más contento iba se comenzaron a torcer las cosas. De golpe la senda desaparecía, levantó la mirada y vio que a menos de 100m reaparecía… Cerró un ojo, frunció el ceño y en su mente apareció la ruta del Google en la que pudo ver, en la maravillosa vista satélite, que efectivamente había un tramito en el que el carril desaparecía para volver poco después. Sonrió, cerró la ventana mental y continuó a lo suyo, sin saber que lo peor estaba por llegar.
A los pocos cientos de metros empieza a escuchar unos ladridos incesantes cuando se acerca a una rampa corta pero con mucha pendiente. En lo más alto de la misma aparecen tres canes, dos de los cuales son familiares de mastines. Torcuato echó el freno de mano, no era para menos. Miró alrededor, pero nunca para atrás, y no vio otra alternativa que seguir. Pero los anfitriones que había sobre la cuesta no tenían muy buena cara. Desanimado miró al suelo y vio un palo de generoso grosor. No lo pensó.



Torcuato cogió la mencionada arma rupestre e inició el ascenso con un equilibrio entre decisión y canguelo. Los más sorprendidos fueron los perros, lo verían llegar como uno de “Los caballeros de la mesa cuadrada”, ya que no esperaban que un individuo con mallitas, tirantas y unos “apéndices” fluorescentes a los riñones les sorprendiese entre semana y a esas horas.
Los perros acosaron a distancia a Torcuato el cual subió la cuesta más pendiente de los cuadrúpedos que del camino en sí. Una vez arriba observó una casa. Su cerebro reaccionó rápido, gran sorpresa, y en vez de seguir por la senda que llevaba a la casa hizo un giro de mayor radio para alejarse levemente de la vivienda. Acertó, los perros se dedicaron a seguir ladrando en vez de acosarle una vez vieron que el intruso se alejaba de la casa. Pero el peligro no cesó, ya que uno de los perros le seguía de cerca. Tocaba cara a cara.
Torcuato, corriendo, le enseñaba el palo al perro. Hubo cruce de miradas, parecía un perro joven y juguetón. Así que le decidió lanzar el palo a ver si lo seguía. Mala suerte, el perro parecía más interesado en las posaderas de Torcuato que en el palo. No había su tía y sin pensarlo y de improviso (para el perro) el “trail runner” frenó, racheando el pié a posta, para hacer ruido, y amagó una patada al perro. Éste, sorprendido, se frenó en seco y tomó las de Villa Diego.
Una sonrisa se dibujaba en la faz de Torcuanto que volvía a trote gentil con el sabor de la victoria en sus labios. Pero aún no había terminado la cosa. Con el eco de los perros aún de fondo se topó con que la finca estaba vallada. No había visto ni puerta ni cancela, ¿cómo era que ahora estaba vallado? Como Steve McQueen en La Gran Evasión recorrió la valla buscando una salida. Se topó con el límite de la finca que daba con otra donde había un muro “aderezado” con alambre de espino. 
¿Tendría que volver sobre sus pasos? ¿Enfrentarse otra vez a los perros? No, debía haber alguna alternativa, le decía su McGiver interior.  Escudriñó la cerca, la cual era muy endeble como para soportar su peso y dada su torpeza daría con su cuerpo, otra vez, en el suelo. Sin embargo, en una esquinilla había un trozo de valla que estaba reparada con otra verde de plástico, tipo jardín. Torcuato trasteo un poco y vio la posibilidad de reptar por ahí (dices tú de mili).
Debía actuar rápido. Los perros aún ladraban y si le pillaban en la operación no sabía que podría pasar. Lanzó por encima del cercado el cinturón de hidratación y la gorra. Se lanzó al suelo y levantó la valla para hacerse un hueco. Pasó no sin problemas y con algún arañazo de recuerdo. Pero de nuevo se sentía un corredor “asilvestrao” de categoría.
Se recompuso. Se quitó tierra de hombros y piernas. Se puso su cinturón de hidratación tras echar un trago y retomó la ruta por un sendero amplio y de buena calidad que transcurría entre jaras y pinos. Torcuato se relajó y disfrutó, ahora sí. Muchos cruces se encontró en el camino, pero ya no se separó de ese sendero. Cuando su amado Garmin marcó el K7 dio media vuelta y volvió sobre sus pasos. Obviamente no iba a entrar en la finca de marras, pero tenía en mente que ese carril también le llevaría cerca del punto de partida.
Ya todo fluía. Se sentía bien física y mentalmente, estaba disfrutando del paraje, del entreno. No se había cruzado con nadie, lo que le daba un toque aún más aventurero  a su entreno. Pero aún quedaba algo más por acontecer.
En una bajada siente algo raro en pie. Piensa que ha pisado “una catalina” de una vaca o un caballo. Arrastra el pie para ver si "el regalo" se queda en el suelo pero no. Decide para y ver qué pasa. ¡Inaudito! Una lámina de la amortiguación de su zapatilla se ha medio desprendido. En un primer momento piensa en arrancarla y guardarla para pegarla posteriormente, pero claro, con tanta piedra en el camino alguna se podía clavar en esa zona y dañar el pie. Así que decide continuar con la amortiguación “lengüeteando”  los 3 o 4 últimos kilómetros.
¿Es todo? Sí, es todo, ¿os parece poco? Pero sólo por hoy, seguro que pronto hay más. Saludos traileros.

PD: Al pasar frente a la finca Torcuato dedicó una peineta a sus amigos cánidos.





jueves, 12 de julio de 2012

Arsenal 2012/13




Con los primeros kilómetros de la temporada ya realizados os voy a presentar al grupo de zapatillas con la que espero compartir muchos ratos en el año atlético que acaba de nacer.

Seguro que algunos diréis que son muchas, y pueden serlo. Pero como ya comenté en alguna entrada anterior, es eficiente tener más de un par de zapatillas. El no usar de manera intensiva un solo par de zapatillas alarga su vida y la de nuestras articulaciones. E igualmente se favorece la capacidad de adaptación de nuestro cuerpo cuando usamos marcas distintas con diferentes sistemas de amortiguación.  No voy a ahondar mucho más porque me puedo perder y no es el objeto de esta entrada.

Vamos, sin más dilación, a presentar el elenco.

LAS QUE ABANDONAN EL BARCO.
Diadora Mythos 280GB
Esta zapatilla está rodando conmigo desde mediados de 2010, y aunque el año pasado ya hice un uso muy escaso de ella, algún kilómetrillo sí que tragó. Zapatilla rodadora, de tacto firme, algo pesada, y de excelente calidad. Me refiero a los materiales. El material textil está inmaculado, como el primer día, y eso que esta zapatilla ha superado holgadamente los 1.200 kms a ritmo trotón.

Brooks Infiniti 2
Zapatillón, de éstos que piensas que si pudieras te comprarías 20 pares. Pero están descatalogadas y las que se encuentran están bien cotizadas. Nuestros inicios no fueron buenos, incluso las llegué a poner en venta ya que me provocaron una lesión y una mini recaída. Pero nos dimos un tiempo, y nos fuimos conociendo poco a poco hasta que se convertió en una de mis zapatillas favoritas de siempre. Su principal característica es sin duda la polivalencia . Tiene amortiguación (especialmente la delantera que es un delicia) para soportar kilometradas, pero por otro lado tienen su nervio para hacer series largas por debajo de 3’40”/Km

SIGUEN UN POCO MÁS.
Saucony Progrid Guide TR3
Zapatillas de trail de las que poco puedo comentar por miedo a equivocarme, dado mi desconocimiento del mundillo. Al inicio con ellas sentía una fuerte rigidez, pero posteriormente, y tras alguna ampolla, me he sentido muy a gusto con ellas. Cada vez que he salido de la urbe ellas han sido las elegidas, independientemente de la dificultad del terreno. Aún les quedan algo de vida y supongo que las usaré sin problemas hasta fin de año.

Saucony Progrid Hurricane 12
Zapatilla extremadamente cómoda pero con la que me equivoqué. En busca de una mayor corrección para la pronación opté por esta zapatilla. Problema: está diseñada para gente pesada, lo que unido a su control de pronación la hacen torpe y lenta para mis pretensiones. Ello ha hecho que la relegue a un segundo plano pese a ser una zapatilla tope de gama y de una calidad indudable. Aún está a media vida y la seguiré usando en rodajes relajados y largos, donde se muestra incansable. Si decido lanzarme a por la maratón espero que tomen protagonismo en la preparación de la misma.

Adidas Adizero Tempo 2
Compré estas zapatillas con dudas. Mi experiencia previa con mixtas no había sido buena, pero las Tempo2 le han dado la vuelta a la tortilla. Con ellas he mejorado marca en Media Maratón y 10.000. Han sido mis favoritas cuando hablaba de entrenos de calidad: series de todo tipo, controlados, fartleks y competición. Están en la recta final de su vida, pero aún le sacaré algún kilómetro.

LOS FICHAJES
Lo normal sería seguir usando zapatillas que te han dado buen resultado, pero soy culo de mal asiento y me gusta probar cosas nuevas, con el riesgo de equivocarse que ello conlleva. Y para muestra un botón…

Puma Complete Itana
Una total desconocida, es complicado encontrar información de ellas. A priori son las rodadoras incansables de Puma con un buen grado de corrección. Espero que se casque los rodajes a ritmos medios y rápidos. No puedo decir más de ella ya que sólo las he usado muy poco como para evaluarlas.

Brooks Ravenna
La compra de esta zapatilla nace de la unión de dos deseos. Por un lado seguir apostando por el uso de zapatillas mixtas y por otro seguir usando la amortiguación de Brooks que tan grata sensación me ha dejado con las Infiniti 2. La verdad es que espero un gran desempeño por parte de éstas en entrenos rápidos y competición. ¡Deseando estoy de estrenarlas!

Puma Complete NightFox TR
Compra totalmente casual. Buen precio y a por ellas. Si con las Itana tenía poca información, con éstas aún menos. Pero el precio era de risa y ha sido una apuesta ciega. Mis pretensiones con respecto a ellas es que, cuando las Guide TR3 digan adiós, me acompañen en mis “salidas camperas”.

Lo voy a tener complicado a la hora de elegir zapatilla cada día, ¿no? Os iré contando las venturas y desventuras que van a sufrir estas zapatillas.








martes, 3 de julio de 2012

Cogiendo carrerilla


Quizás sea algo tarde porque llevo dos semanas sin patear y además ya este domingo pienso hacer los primeros kilómetros de la nueva temporada. Pero sí, desde la salida trail por Galaroza no me he vuelto a calzar las zapatillas, cosa que necesitaba, física y mentalmente.

La temporada anterior terminé muy bien de forma y con hambre, pero quería hacer una buena pretemporada para Faro. En esta ocasión no tengo nada claro los objetivos del próximo año atlético, o al menos muy definido y lo que es más relevante, me notaba ya desde hace un par de meses muy obligado a la hora de salir a entrenar. Cuestión de adaptación supongo: nuevo trabajo, el pequeñajo y entrenos fuertes hacía que buscar huecos para correr con tranquilidad (y sin calor) fuese complicado.

El caso es que me sentí muy aliviado cuando decidí parar, aunque fuese prematuramente, ya que tenía dorsal para Dos Hermanas. Sin embargo aunque me sentía muy contento y feliz sin entrenar ya este pasado fin de semana sentí  la necesidad de correr, pero me voy aguantar siete días más haciendo abdominales, lumbares y algo de fortalecimiento para matar el gusanillo.

Voy a aprovechar esta entrada también para comentar ligeramente la temporada pasada y un poco de “lo que se avecina”. Lo mejor de la 2011-12 sin duda la Media Maratón de Ayamonte, otra vez Ayamonte. Faro, en la que centré mucho esfuerzo y dedicación me salió rana, pero aprendí una lección: No se pueden poner todos los huevos en una cesta, y aún menos en una cesta que no conoces. Otro momento importante fue la carrera de Brenes, un “casi 10.000” que me salió muy muy bien y lo mejor de todo es que creo que fue mejorable, levemente mejorable. Igualmente he conocido carreras bonitas y más compañeros.

Objetivos para la 2012-13, a grandes rasgos: mejorar la marca de media y la de 10.000, pero dónde y cuándo…no lo sé. Tengo claro que iré a carreras que me han gustado: La Algaba, Esquivel, Brenes en los que a “casi 10.000s” se refiere. En cuanto a medias, por si alguien lo dudad, Ayamonte es fija y quizás Córdoba. También he oído buenos comentarios de Punta Umbría.  Me gustaría volver a Faro, no a por marca porque allí es complicado, pero sí a mejorar mi registro en la prueba, ya con la experiencia de la edición pasada.

Igualmente, cual fantasma, la idea de volver a los 42.195m aparece y desaparece. Afrontar ese reto requiere de determinación y de sacrificio físico y familiar además de un fuerte empuje motivacional. Si por Noviembre todos esos factores están a nivel óptimo quizás me presente en la línea de Salida del Estadio Olímpico de La Cartuja allá por Febrero. Si no, pues no será ningún tipo de trauma y quizás le eche una mano a algún compañero.

Por supuesto, haré incursiones en el mundo del trail, no hablo de competiciones, sino de salidas para conocer nuevos parajes, nuevas gentes y divertirme sin ir pendiente de ritmos, promedios y pulsaciones.

Os tengo al tanto.

lunes, 18 de junio de 2012

"Casi Media Maratón" en Galaroza


Pipa, de rechupete, de lujo, son algunos de los calificativos suaves que podría usar para definir la jornada de ayer, aunque realmente querría decir “de puta madre”… Ea! ya me he quedado a gusto.
Las cosas poco planificadas, en ocasiones, que el que escribe es un cuadriculado, salen bien. Pero  si detrás hay gente con experiencia, un entorno precioso y una compañía genial, el éxito está garantizado.
En estas semanas donde me cuesta salir a entrenar y estirar hasta la Nocturna de Dos Hermanas me está suponiendo más esfuerzo, mental, del necesario, lo de ayer fue como una amapola en un gris solar. Sobresale y te hace sonreír… esto me está quedando muy moña. Vamos al lío que me emociono y puedo comenzar a recitar versos y todo.
Como digo con mi mente algo frita, con el cuerpo con sensaciones variables y la motivación en crisis, por Facebook José Luís Olivares me invita a un evento: KDD ChillOut Galaroza. Sinceramente, no pensaba en asistir. Pero me dio por hacer click en el link en el que se describía la historia, bicheé por  Internet dónde estaba Galoraza. La cosa comenzaba a tomar color: 20K para no iniciados en el mundo del trail en la Sierra de Huelva.
Esto no encajaba en mi trastocado e hipermodificado plan de 10.000 para Dos Hermanas, pero me importó poco. Toca disfrutar. Acepto la invitación al evento y me doy de alta en el foro del Team Turdetania, organizadores del evento.
Ahora nos trasladamos a la madrugada del domingo. Suena el despertador a las 05:30, desayuno e ida al punto de encuentro en Sevilla, Puente del Alamillo 06:30. Nos organizamos en dos coches y camino a Galoraza donde llegamos con tiempo para ponernos la ropa de guerra, sistemas de hidratación y presentarnos todos.
Lo primero a destacar, había 10º de diferencia en la temperatura, que bien sabían esos 11º graditos en Galaroza. Algunos calentaron, yo bostezaba y decidí activar biorritmos metiéndome en cola los primeros kilómetros.
Salimos un grupo de unas 12 personas, pequeño tramo de asfalto para buscar el inicio de la ruta. Lo primero nos encontramos una calzada de piedra en un estado bastante irregular donde correr era incómodo, pero íbamos poco más que trotando, eso sí ya con las primeras cuestas que anticipaban lo que estaba por llegar.
Pronto se dejó ver cuál iba a ser la mecánica de la KDD. Cada uno podía ir más o menos al ritmo que quisiese, pero cada "x" kilómetros o en algún cruce de caminos donde hubiese duda pues se esperaba al resto. Así que cada uno iba más o menos a su nivel. Al inicio, como yo comenté, iba relajado en cola: que la cola caminaba, yo caminaba, que la cola corría, yo corría. Pero esto duró poco, una vez las piernas se hubieron despertado pidieron más. Así que poco a poco iba yendo más delante, cerca de la cabeza. Incluso en algunos parones me fui a buscar a la cola al trote, así que hice metros de más.

Tras un reagrupamiento.

El hecho de que cada poco se parase, lo de ir para atrás lo dejé de hacer al tiempo, hacía que pudieses ir con los de la cabeza (que ni mucho menos irían al 100%) porque después tenía la posibilidad de recuperar en los descansos.
Pasamos por todo tipo de lugares, con vegetación frondosa, impresionante, bosques en galería que en alguna ocasión te hacían correr agachado u otros en los que se podía correr rápido e iba con la cabeza, a su paso. En mi fuero interno quería correr más, pero claro eran 20K y no tenía ni idea del perfil ni de la ruta, así que allí, tras ellos, iba disfrutando como un enano. Cuando digo correr más, a ver cómo lo explico, es que, el entorno, el olor, la luz que aparecía y desaparecía entre los árboles, el ir rozando la vegetación que incluso te arañaba las piernas… me pedían correr más y más.
Después llegó la duro, no solo por el perfil, sino por el piso, que visité en una ocasión por ser “atleta urbano”. Me explico, transitaba una senda estrecha, sólo cabía uno, iba en tierra de nadie, a lo lejos se veía alguien y por detrás no escuchaba nada. De golpe “pí-pí”, el Garmin marca un kilómetro, gesto instintivo, mirar el reloj. No veo nada, vamos por un tramo de sombra, pero trato de ver el parcial, ¿Para qué? No lo sé. Cuando vuelvo a mirar a donde debo, a la senda, no sé dónde poner el pie, hay una serie de piedras. Apoyo en una y que sea lo que Dios quiera. Resultado: caída hacia delante, salvando las piedras, escucho un clic. Me levanto como un resorte y sigo corriendo. Me miro la rodilla izquierda que es la que se ha llevado la peor parte y me empiezo a limpiar sin dejar de correr…¡pero mira pa’lante gilón! Parece que todo está bien, veremos cuando pare y se enfríe. Ahora noto que algo se mueve en mi mano, son las gafas de sol. Las llevaba en la mano, ya que con ellas en ese tramo tan sombrío se veía poco con ellas. Son las principales damnificadas. En la caída había perdido una lente y se habían roto por la mitad… Arrivederci Roma!

Adentrándonos en bosque en galería.

Afortunadamente la ligera molestia, propia del golpe, de la rodilla terminó por desaparecer y sólo quedan rastro del leve roce con el suelo, como cuando te caías en el cole. Tras la caída aprieto más si cabe, el hecho de llevar la vegetación tan cerca, por una senda tan estrecha te transmite una sensación de velocidad brutal, nada que ver con el asfalto, aunque probablemente no iría rápido. Bueno, ahora el concepto rápido toma un cariz tan relativo…
Desde este punto hasta al final ya no me separé de Carlos, el que iba en cabeza, siempre iba cerca de él y en algún tramo de buen piso incluso fuimos codo con codo cuando nos extraviamos e íbamos en plan cacería. Sí, porque nos perdimos 3 o 4 veces. Él había hecho una ruta en la zona unas semanas antes, pero no exactamente la misma. Así que más de una vez nos perdimos y tuvimos que volver sobre nuestros pasos en busca de los compañeros que iban con otros integrantes del club que sí iban por el camino correcto.
Barra libre de H2O.
Yo no soy un buen “subidor”, no me gustan las cuestas, he de decirlo, así que seguir el ritmo me costaba mucho cuando el perfil se ponía para arriba, y más cuando nos acercábamos a los 20K…  y yo desde enero sólo he preparado pruebas de 10.000. Sin embargo sí me gusta tirar en las bajadas, claro que hablo en asfalto. Si el terreno era más o menos bueno, poco técnico, seguía a Carlos bien. Me fijaba que él zigzagueaba un poco y clavaba los talones además de llevar los brazos abiertos  yo sin embargo llevaba una zancada “normal”. Me explicó que esa era una, de las múltiples, técnicas de bajada. Le imité y la verdad es que me sentí super incomodo. Pero “el tema” vino en las zonas técnicas de bajada, con mucha piedra, troncos, hojas que pese a estar secas resbalaban por la humedad y además ocultaban las piedras... Aquí tuve varios sustos, quería bajar a su ritmo, y lo conseguí en más de una ocasión, pero claro, yo iba sin control ninguno, no sabía dónde iba a aterrizar y tuve que ponerme freno porque veía que me la pegaba y contra las rocas y me podía hacer daño, daño en serio.
Ya al final, en la última confusión de ruta lo pasé mal. Pasamos un par de cuestas duras, cruzamos el pueblo, llegando a la iglesia, que sabéis dónde suelen estar…en lo más alto. Mis cuádriceps estaban vacíos. Sin embargo cuando había llano o bajada las piernas seguían empujando.
Estoy muy contento tanto física como mentalmente. Aunque hoy me duele todo, tobillos, rodillas, tengo arañazos en hombros, brazos, piernas…y sé que esto va a tener sus consecuencias en los entrenos de esta semana… pero si me dicen que el domingo repetimos, diría sí. Igualmente tengo claro que esto ha sido muy light, no por el perfil o el piso, sino porque hubo muchas paradas que te permitían recuperar, hidratarte e incluso comer. De haber sido los 21K seguidos la cosa hubiese cambiado mucho.
En la Peña Arias Montano. Comer, beber y Alájar a vista de pájaro.

Otra experiencia trail, o podría decir que la primera realmente trail o casi de montaña, que añadir a la colección.
Os dejo la ruta del Garmin, que tendrá muchos fallos ya que en los descansos paraba el reloj, y al retomar lo arrancaba, pero en ocasiones no me daba cuenta y lo paraba o reiniciaba tarde.


A seguir bien…