lunes, 16 de enero de 2012

XXVII Media Maratón Ciudad de Ayamonte. ¡Sí, sí, sí!


Complicado, muy complicado comenzar este relato. Estoy contento, estoy feliz, estoy satisfecho y a la par también estoy incrédulo y sorprendido. A ver, comenzaremos cronológicamente.

Me voy a retrotraer hasta el martes, tranquilos trataré de ser breve. El lunes gran entreno y el citado martes trastazo con un caballo. Fue una caída pequeña, pero el golpe no hay quien te lo quite, además de un par de rasguños en la muñeca y en la rodilla. El entreno del miércoles salió bien, pero con malas sensaciones. Sería una mezcla de malestar por la caída y nervios previos a la carrera.

Además el clima estaba en contra. Mirabas todas las páginas de meteorología y el sol aparecía todos los días, salvo el domingo. Aunque las previsiones cambiaban parecía seguro que durante la carrera llovería y además habría viento.

El sábado por la noche pongo el despertador a las 7:15, pero Samuel nos levantó a las 7 en punto, no fuese a ser que se me olvidase. La verdad es que portó muy bien, ya que desde las doce la noche no dijo ni mu. Desayuno, reviso que no se me olvide nada y salgo.

El cielo estaba nublado en Sevilla, pero aún no había caído agua. Me pongo en marcha y voy feliz, contento, con la música fuerte y pegando botes escuchando, entre otras, el “Penso Positivo” de Jovanotti. Pero a 50 kilómetros comienza a chispear, luego a llover y hubo momentos de diluvio. El limpiaparabrisas no paró hasta llegar a Ayamonte, dónde afortunadamente pasó a leve llovizna.

Recojo el dorsal con facilidad, llegué pronto, y ahora a esperar y a rezar para que el tiempo no vaya a peor. Me ponga la ropa de faena y encima el chándal, había unos 7 grados. En el camino, y viendo lo que caía pensé en todas las opciones: volverme y guardarme para la media de la Cartuja, correrla pero con un objetivo más modesto, o jugármela desde el inicio. El hecho de que el viento fuese casi inapreciable y que "sólo" hubiese algo de lluvia me hizo poner todas las fichas en juego. En la mochila llevaba calzonas, mallas cortas, pirata, y largas, manga de tirantes, corta, larga y térmica. A por todas: pantalón corto, y tirantas (además de las medias de compresión).

Vamos a la carrera, ¿no? Me hago el remolón y los jueces me llaman la atención para ir a la línea de salida, esta vez no quiero tapones, aunque no somos más de 500 atletas. Salgo en prima fila, aunque esquinado, en la calle 8. Los primeros 100 metros son fuertes y a partir de ahí comienzo a regular. Pese a querer no ir muy rápido al inicio el primer mil ya sale a 3’54”. El K2 voy a 4’00”, eso está bien, aquí la lluvia arrecia, pero fueron tres minutos, en el resto de la prueba fue simplemente chispeando. Durante el K3 me encuentro a un conocido, nos saludamos, compartimos unas palabras y encaro la única cuesta reseñable de la prueba. Me la tomo muy tranquilo, quizás demasiado, 4’07”, pero inmediatamente se baja y se recupera.

Voy mirando a ver si se ven grupos, sólo hay uno delante interesante, pero no parece organizado, se pasan, se repasan, no me gusta, sigo a mi rollo. Ahora callejeamos por el centro del pueblo, sobre adoquinado y las zapatillas resbalan mucho sobre el piso mojado, la tracción es pésima y volver al asfalto es un alivio. Afortunadamente fue poca distancia. Ahora llevo delante a una mujer, la 3ª clasificada, que va acompañada de un hombre. Los alcanzo junto a la dársena, él va frito y ella se me pega cuál lapa. El colega se queda atrás y ahora hago dupla con ella. Compartimos el trayecto durante tres o cuatro kilómetros en los que pasamos a bastantes atletas. Ella tironeaba bastante yo seguía a lo mío y sin querer la volvía a cazar, incluso pensaba que me esperaba. Pronto comprendí el porqué de su nerviosismo. Al pasar a un grupo observo que llevamos a la 2ª y a la 1ª a menos de 100m. Cazamos a la segunda y hablan entre ellas, son ambas de Europa del este. Es el K9, giro de 180º en una rotonda y nos vamos en pos de la primera, o eso pensaba yo, porque la chica no me sigue.



En fin, capítulo finalizado, pienso, sigamos... Ahora, ya en el K10, queda lo más duro: ida y vuelta a la playa sin apenas protección, por una travesía extremadamente desolada. Me quedo solo al pasar a otro atleta, pero me vienen dos por detrás, me dejo querer y me pongo tras ellos. No quieren, se abren y me dejan pasar y se ponen ahora detrás de mí. Éste fue el primer momento de crisis, quería apretar un poco, pero no podía, pegué un minicambio brusco, les dejo atrás, y salí del atasco, todo volvía a la normalidad (misterios del cuerpo). Como el año pasado fijo la vista en el siguiente grupo, éste sí numeroso, y me pongo en modo caza, cogiendo a los que se van quedando. No es fácil, llevan un ritmo muy similar al mío.

Llegamos a la playa y viene un gran subidón moral. Están allí mis padres, que andan por la zona unos día, y me animan. Como toca vuelta al estadio sobre nuestros pasos los vuelvo a ver y les grito “¡Hoy sí!” (pensando en Faro donde también vinieron) y me responden “¡Hoy sí, hoy sí!” Me lo repito mentalmente varias veces. Son los 2K más rápidos (3’49” y 3’45”), como ayudan estos ánimos, pero soy consciente de que no puedo ir por debajo de 3’50” hasta meta. Templo los nervios y vuelvo a controlar. Concentración y a por el siguiente, me digo.

Sigo con un gran ritmo hasta el K18 donde noto que la gasolina está apunto de agotarse. Toca apretar los dientes, literalmente, motivarse con el pequeñajo, cierro los ojos y le veo sonreír. Justo cuando alcanzo a un atleta nos pasan dos, él se pega a ellos yo no puedo en primera instancia, pero no dejo que se me escapen mucho más allá de diez metros, me sirven de referencia aunque terminaron marchándose. Miro el crono y sigo viendo buenos tiempos, me motiva y me ayuda a continuar así. Llego al estadio emparejado con un atleta. El pisar el tartán te da un extra, simplemente abro zancada, no hay más. Me pasa en contrameta, me da igual, última curva y veo en el crono junto al arco de meta 1:22:54, es la primera vez que me fijaba en el tiempo total. Pienso en no superar la 1h23m aunque sé que es imposible. Increíble, con el carrerón que me estaba saliendo y la gran marca que iba a hacer a 100m de meta me estaba picando para bajar tiempo. Trato de cambiar, pero no hay más, no hay más.


Termino vacío, pero con una sonrisa de oreja a oreja. El de Ideain (la empresa de cronometraje) me dice: “¿Qué? ¿Hemos rascado segundos o no?”, y le digo “minutos, minutos”, aunque no sé si me entendió, estaba frito.

Además obtuve una buena clasificación, me di cuenta al entrar en el vestuario, dónde sólo había 5 personas y me pude duchar sin prisas y relajarme bajo el chorro de agua caliente.

Bueno, creo que os habréis dado cuento que estoy muy satisfecho con la carrera. Otra vez Ayamonte, mi “media” talismán. El año pasado fue donde bajé de 1h30m y hasta el domingo no pude volver a rebajar la marca, tras el fiasco de Isla Mayor y la decepción de Faro. Sin duda sentirse a gusto, y conocer el circuito y la zona es un punto a favor y Ayamonte la conozco muy bien. Incluso creo que el clima jugó a mi favor. Me gusta el tiempo frasquete, los días grises, incluso esa llovizna fue agradable (para mí), y claro está, sin viento.


Por supuesto esta carrera está dedicada a Verónica, mi chica y a Samuel, el pequeñajo. Quién me iba a decir que tras su nacimiento y entrenando sólo 3 días a la semana, iba a conseguir esto. Sin duda él me ayudó mucho durante algún que otro momento de crisis durante la prueba.

Datos Garmin: http://connect.garmin.com/activity/141971604

Clasificación: http://www.ideain.com/enero2012/20120115ayamonte.htm


lunes, 2 de enero de 2012

Nueva motivación...y de las gordas

Ufff, ¡cuánto tiempo sin escribir! Pero tranquilos, tengo una justificación firmada por mis padres para que no me pongáis falta en las notas.

Seguro que los que sois asiduos a mi blog ya os habréis enterado por otras vías, pero por si acaso lo pregono aquí. Desde el 26 de noviembre soy el feliz padre de Samuel, que ha cambiado, para bien, la vida… y lo que me queda.

Ahora esta personita está todo el día entre tus manos o en tu mente, por lo que toca adaptarse a su paso, a su ritmo y todo lo demás pasa a un segundo plano. No quiero que se entienda ésto como una queja, ni muchísimo menos, pero todos los que ya han sido padres sé que me entenderán.

Samuel come, duerme, llora, defeca y orina (estamos en horario infantil) y vuelve a comer como buen bebé, sin problemas. Así que aún saco tiempo para atarme las zapatillas y entrenar. Sorprendentemente no estoy perdiendo forma, incluso diría que mejoro, pese a que sólo salgo 3 veces en semana, eso sí, siempre metiendo calidad.

Un hecho que quizás esté ayudando a que mi estado de forma no flaquee es que desde mediados de noviembre estoy enrolado en un curso del INEM para desempleados denominado “auxiliar de turismo ecuestre”. Ello me tiene ocupado todas las mañanas, y aunque penséis que un curso de esta índole es una milonga o una pachanguita, yo también lo pensaba, la verdad es que es muy duro. Yo nunca he realizado, por suerte o fortuna (jiji), trabajo físico, siempre he sido de traje y corbata. Ahora me han puesto las pilas y el trabajo es físico al 100%. Por un lado limpieza de cuadras (mierda por doquier), limpieza de caballos, carga de aperos, pienso, pacas de paja o heno... Aquí el tren superior y el tronco trabajan que no veas, creo incluso que estoy sacando músculo, yo que siempre he sido un tirillas. Y por otro lado estamos aprendiendo a montar a caballo, lo más divertido, pero no creáis que es un paseo. El simple hecho de estar sobre el caballo ya requiere un esfuerzo para mantener la posición (lumbares y abdomen a trabajar) y de los muslos (principalmente la cara interior) cuando se está en movimiento, ya sea al paso o al trote (aquí sí que tienes que trabajar con el muslamen para no salir volando). ¿Y cuándo te das cuenta? Cuando te bajas del caballo, que vas baldado.

Además dado el enclave de la finca donde se imparte el curso, a 1,5Km del inicio del tramo restringido de la Ruta del Agua, uno de mis sitios favoritos para entrenar y que es un tobogan permante, pues he metido un entreno semanal allí de entre 12 y 18K.

El caso es que mis entrenamientos no se resienten pese a que he bajado la cantidad de los mismos, algo estaremos haciendo bien. El objetivo actual es ir a la media maratón de Ayamonte a pasarlo bien y dedicarles los 21.097 metros a Verónica y a Samuel. En cuanto a marcas lo que tenga que venir vendrá, quiero disfrutar ya que en las dos últimas medias me quedó muy mal sabor de boca… Batir marca con respecto al año pasado lo veo fácil, bajar de 1h25m es deseable y factible…pero no quiero presiones. Lo dicho, a disfrutar y a tener en el pensamiento a la mami y al peque.


Seguiremos informando.