Con esta última entrada pongo fin a la temporada. Tras cruzar la meta me sentí satisfecho, satisfecho por la carrera y por la progresión vivida desde el noviembre pasado cuando volví a los ruedos. Pensé que la última carrera iba a ser la de Carmona, pero salí tan contento con el resultado que sentí la necesidad de volver a medirme, ¿dónde? Pues en la VI Carrera del Parque PISA, en Mairena del Aljarafe.
Dos carreras en una semana, como si fuese un atleta de "estile". Obviamente la semana, en lo que a entrenos se refiere, había transcurrido suave, además sentía el cansancio en las piernas por las cuestas de Carmona y sabía que me arriesgaba a conseguir un resultado algo decepcionante en Mairena. Esta cuestión me hizo plantearme la carrera con el objetivo de tratar de alcanzar la misma media por kilómetro que en Carmona. Aunque ésto parezca un tema sin importancia, la tiene y mucha. Antes de esta carrera en todas había salido con la intención de divertirme, sin marcarme metas, y aunque para la Mairena pensaba igual, dentro de mi existía el deseo de obtener un buen resultado. De hecho durante la propia carrera ese equilibrio entre disfrutar por correr y sufrir por un resultado estuvo en discusión en mi cabeza.
Bueno, que me enredo. Tras un breve calentamiento y los pertinentes estiramientos me situé bastante bien, quizás demasiado. En la salida me vi sobrepasado por muchos atletas, muchos de ellos terminaron, a posteriori, detrás de mí. La prueba comenzaba ya con una subida fuerte, pese a querer tomármelo con calma el primer kilómetro pasó a 4'05". Me dije si has hecho eso con la cuesta es que vas rápido, ¡mantén! Aquí creo que estuvo uno de los momentos clave de la tarde. Muy pronto se rompió la carrera, apenas pasado el primer kilómetro ya me encontraba en una fila de atletas, sin grupos.
Pocos metros delante sí que había un grupo de unos 8 atletas, dudé si esforzarme por cazarlos o bien seguir con ese ritmo bueno que ya llevaba. El dilema se decantó por el hecho de no hacer el sobresfuerzo y reservar para tirar al final. Ahora, escribiendo estas líneas sentado en el sofá, creo que fue un error. ¿Por qué? Pues bien, al poco de tomar la decisión, al girar en una de las calles, me encontré con un viento que tuve que combatir en solitario. -Qué pena no ir con el grupo-, pensaba mientras los veía a poco más de 20 metros. En ocasiones ese viento ayudaba y en otras te frenaba notablemente, en función de los giros de la prueba.
La verdad es que dicho grupo siempre lo tuve al alcance de la mano, hasta que a 2 kilómetros del final el viento arreció en una de las avenidas, ahí la brecha se vio incrementada. Pero la lucha ya no era esa, ahora sabía que tocaba sufrir. Tras los múltiples toboganes del PISA, el viento más una dura cuesta me estaban haciendo mella. Sin embargo yo seguía pasando a gente, cosa que siempre anima - este está peor que yo-. Bien, el momento de crisis se traduce en picar 4'18" en el kilómetro 5. Esto me sentó fatal, veía que ese objetivo oculto, por el que quería y no quería luchar, se iba al traste y aunque ahora venía una generosa cuesta abajo donde recuperar, al fondo se veía otro subida importante.
Sorprendentemente la mente funcionó bien. Me dije -baja recuperando y echa el resto subiendo, es la última carrera-. La bajada me ayudó a recuperar el resuello y a acercarme, casi sin querer, a otros atletas. Comenzó la subida y apreté los dientes, pasé a un atletas, me dije: -vamos por el siguiente-, cambié con sorprendente facilidad y alcancé al otro atleta y lo adelanté, puse el punto de mira en el de más adelante y volví a subir un piñón más y ¡sorpresa!, el cuerpo aceptó el envite, no me lo creía.
Tirando cuesta arriba y todo iba bien. Kilómetro 6, pico, 4'00". ¡Buff subidón! A muerte hasta el final. Aún restaba un poco de cuesta arriba y luego terreno favorable, eché todo lo que tenía y cruzo la meta: 25'45", media 4'04". Ahora sí, cierro el puño, con rabia. Objetivo conseguido.
Continuará...