Con éstas llego al viernes, día de la carrera. Salgo tarde de currar, para variar, almuerzo pasadas las 16h y decido echar una cabezacita, a sabiendas que no me sientan bien, pero necesitaba descansar. Dormí como una hora y me levanté con menos ganas aún de correr. Pero me dije -Quillo, musiquita.- Eso era lo que me podía sacar de mi "caraja".
Puse el volumen algo fuertecito, lo siento vecinos, a los Arctic Monkeys, geniales en mi opinión. A los 3 segundos de la primera canción ya estaba moviendo un pié, y a los 10 segundos el resto del cuerpo, y al minuto pegando botes preparando la mochila para irme a Carmona. Para no perder el idilio musical me llevé el ipod que enchufé al coche y seguí con el mismo grupo de la puerta de casa hasta que aparqué a escasos metros de la zona de salida.
Aunque hubo un poco de jaleo, obtuve el dorsal con cierta facilidad. En esta ocasión me había inscrito con el nombre de club KPN Groningen, que no existe, pero iba a competir con una camiseta que me regaló un amigo atleta holandés que trabaja para KPN, como la Telefónica holandesa, y tienen un club en la propia empresa. Esta chorradilla hizo que perdiese algo más de tiempo, ya que me puse en la cola de mi apellido para obtener el dorsal, pero sin embargo me debía haber puesto en la cola de los clubs.
Bueno, calenté un poco y estiré antes de irme a línea de salida. Afortunadamente no era una popular de Sevilla y se podía obtener con facilidad una buena posición de salida, aunque para mi no era prioritario, y más viendo que la cosa ya comenzaba con una cuesta importante.
Se dio el tiro de salida y controlé mucho mi ritmo inicial. Bastante atletas me pasaron en los primeros metros, yo seguía a mi rollo. Más o menos fui tranquilo durante el primer kilómetro y medio, ahí pegué un pequeño cambio. Al poco pasamos por meta para terminar así la primera vuelta de 2.360 metros y ahora restaban otros 5 kilómetros, en los que se encontraba la temida subida al Parador Nacional.
Pero antes de llegar ahí teníamos que volver a subir la cuesta de salida, que esta vez subí con más ánimo y así seguí, aunque llevaba en mente la cuesta que todos comentaban.
Pasamos un arco, llamado la Puerta de Sevilla y comenzaba el temido "calvario" que no fue tal. Subí al ritmo de los atletas que llevaba alrededor, sin perder fuelle, incluso pasamos a algunos. Coronamos y nos encontramos con la impresionante vista de La Vega, genial. Correr esta carrera vale la pena simplemente por ésto. Aquí, en este punto, es cuando tenía previsto echar el resto, bajando, siempre se me dio mejor que subir.
Dicho y hecho, aún admirando las vistas cambié el chip y amplié zancada, comenzaba el descenso a tope, pero no a mi tope, sino al que me permitía el piso. Al transcurrir por la zona antigua de Carmona la carretera estaba empedrada y en dos ocasiones mi zapatilla resbaló y sentí cierto "canguelo". Así que reduje el ritmo de descenso hasta que la pendiente se suavizó un poco.
Cuando se empezó a llanear vi que el grupo en el que iba había desaparecido, ya todo era un reguero de atletas sueltos y además cada uno iba por donde podía. Unos por la acera, otros por el empedrado, otros por el adoquinado. Yo opté por ir por la mejor trazada, independientemente de la superficie. Esto hizo que dejara atrás a los atletas más cercanos y que me acercase a los de delante, aunque estaban lejos.
Apenas restaban 2 kilómetros para meta, y me veía con buenas piernas, podía mantener el ritmo, pero no incrementarlo, no estoy rápido. Le iba comiendo distancia al de delante pero dudaba que le cazase, miraba para detrás y veía a un atleta con camiseta roja, andaba lejos.
Pasamos el kilómetro 7, quedan 360 metros, estoy más cerca del delante pero yo no tenía sprint, última curva y miro, vuelvo a vigilar al de atrás, está lejos. La curva es muy cerrada, casi hay que parar y arrancar de cero. Veo la meta y me concentro en ella, entonces a menos de 100 metros escucho la gente aplaudir y animar, giro algo la cabeza y veo que tengo encima al atleta de detás, que venía como un avión. Trato de cambiar y lo hago, pero él ya viene lanzado y cuando yo estoy acelerando ya lo tengo al lado y me sobrepasa, le mantengo pero no le paso y casi alcanzamos al que tenía yo delante en la curva. Cruzamos la meta y felicito al chaval por su velocidad y por su sigilo, no le escuché hasta que lo tuve encima.
Aún sin resuello me dan el ticket de Ideain, 30'05", media 4'05", me sorprendo bastante y me alegro. No sólo supone una mejora en la media con respecto a mi carrera anterior en Distrito Sur, aunque esa fuera más larga y calurosa, sino especialmente por la dificultad del terreno. Nunca se me dieron bien las cuestas, y esta carrera las tenía y muchas, así que estoy muy satisfecho de la marca.
De hecho ahora me planteo si alargar un poco más y competir el viernes en el PISA, otra carrera tobogán, aunque de 6.500 metros, o bien desconectar un poco. Tengo que pensarlo.
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