Meta, ¿qué llevo en la mano? |
Con el título me quedo, de los tres maratones que he
disputado: 2005, 2006 y 2013, el último ha sido con el que más contento he
terminado. Porque he disfrutado más de la carrera, he sido más conciente de las
cosas, he sentido la carrera, me he sentido a mí, y aunque no ha sido perfecto,
he terminado muy satisfecho.
Vayamos al lío. El objetivo primordial, con el listón que
había marcado los entrenamientos y con la idea que salía, no era otro que bajar
de 3 horas. Osado, puede ser, pero no mucho. Valgo esa marca y la voy a
conseguir tarde o temprano. Sinceramente, me da igual 2h:59m:53s, que 2h55:21s.
El maratón no es una competición que me llame especialmente, prefiero las
medias. Pero la meta que me he marcado es bajar de 3 horas, cuando lo consiga la maratón perderá muchos
alicientes para mí. Pero es algo que debo hacer y haré.
Así que con esa determinación salgo, siempre tratando de ser
prudente, conservador, ahorrador, pero con un ritmo en la cabeza. Un buen
presagio. Entre más de 7.000 atletas y a escasos minutos de arrancar aparece mi
lado mi colega Javigan. Le había estado buscando, llamando al móvil hasta que
dejé la bolsa en el guardarropa y tras dar mil vueltas en su busca está a mi
lado. Tamaña sorpresa no puede ser más que un buen vaticinio, pienso.
Se da el tiro y la salida es fluida, se coge el ritmo con
facilidad. Se han organizado algunos cajones en función de la marca acreditada,
pero nadie controla el acceso a los mismos, así que te podías meter en el que
te diese la gana. Afortunadamente reinó el sentido común y la salida fue
adecuada. Javigan sale un pelo más rápido que yo, pero ya en el K2 vamos codo
con codo.
Charlamos, bromeamos, vamos fáciles, como no puede ser de
otra forma. Como siempre es curioso ver que cuando llegan los puntos
kilométricos la sinfonía de gps, pulsómetros y demás cachivaches es más que
llamativa. Ya desde el inicio mi Garmin pica los kilómetos un pelo antes de los
“oficial”, e iría por tanto acumulando ese pequeño desfase.
Codo con codo con Javigan |
Bien, ahora hay que ser cauto y no pasarse un pelo.
Hidratarse bien, ir arropado, cómodo, fácil. Los primeros 10K pasan como si
nada, aunque ya vamos a hablar de uno de los personajes de la carrera, “el
fornicador de la valla”. Al poco de pasar la Torre del
Oro un atleta le mete “un empujón” a una valla que hace las veces de
separación con el carril del tráfico rodado. El leñazo es de impresión, alguno
se preocupa por la salud del individuo, otros nos medio descojonamos (lo
siento), que pese a la penetración por detrás, sin vaselina, dice que no ha
pasado nada. Un puntazo de esa envergadura tuvo que doler, a él y a la valla.
Puedo asegurar y aseguro que dentro de 9 meses habrá problemas. Lo que sí
pudieron certificar los sanitarios es que este hombre no padecerá de anemia en
años, comió mucho hierro.
Tras este hecho, que nos hizo esbozar más de una sonrisa,
llegamos al primer paso por la rotonda de la Barqueta, mucha gente
allí, banderas de muchos países. Gran ambiente, magnífico. Aquí ya se empieza a
vislumbrar un grupo que parece interesante. Un par de atletas parecen ir muy
convencidos de que su ritmo es el adecuado para ir a 3 horas y no el del globo,
que va casi a 200 metros
de nosotros, bastante desbocado en mi opinión. Según el Garmin nuestro ritmo es
bueno, aunque como ya digo, tenía en mente que había desfase, así que lo debía
de tener en cuenta llegado el momento. Más o menos aquí, K10 me tomo mi primer
gel, llevaba otro.
Nos acercamos al K12, a estas alturas se debe incorporar mi
hermano en bici. Él, además de pomponero, lleva 3 geles más y bebida isotónica
en su bidón. Ya no me tendría que preocupar de los avituallamientos, en mi
opinión una de los fallos de la organización. Creo que sólo el primero tuvo mesas
a ambos lados de la calzada, permitiendo un mayor desahogo para los atletas a
la hora de hidratarse. Pero luego todo se convirtió en un caos, cada paso por
las mesas te hacía frenar, tirar el agua, dar o recibir golpes, suspenso en
este aspecto para la organización. Pero daba igual, ese problema iba a
desaparecer con mi mochilero personal.
K12, mis padres me animan, no sé muy bien porqué pero me
emociono mucho. Casi se me saltan las lágrimas, debo reprimirlas. No me había
pasado nunca esto. Ellos me han acompañado a muchas carreras, pero nunca me
había emocionado así y más siendo el K12, en fin sentimentalismos maratonianos.
Creo que la clave es que no le dije a mi madre nada de la maratón hasta el
viernes antes, le tiene cierto pánico a la maratón desde que me vio llegar
zombi perdido, cual despojo humano, en el año 2005, pero claro aquello no fue
un maratón fue una carrera de supervivencia. Dejemos esto.
Mi hermano se incorpora, bien
– me digo. Mi plan era usar un gel cada 10K aproximadamente, ya había usado
uno, llevaba otro por si las moscas, pero mi hermano llevaba de todo. A los
200m de ir juntos me dice que si va bien la rueda de atrás, que la ha tenido
que cambiar porque se le había pinchado. Le digo que va bien. 500m después se
para, va pinchado otra vez o algo raro pasa. Mi error fue no pedirle los geles
que él llevaba. Tenía la esperanza de volverle a ver, pero no fue así. Había
perdido a mi mochilero, no me duró ni un kilómetro, vamos que pinchó antes que
yo. Ahora el problema es que sólo me quedaba un gel. No sé si serán o no eficientes,
pero el tema es que esto me trastocaba mis planes mentales, y más allá de que
el gel fuese útil o no, iba enfurruscado. ¿Cuándo usar la bala que me quedaba?
Dejando este tema a parte sigo con Javigan, a veces él un
pelo delante, a veces un pelo detrás y con el grupo que antes comentaba siempre
cerca. Llega el momento del segundo personaje. La bautizo como “Lady Blood”. Ya
nos habíamos fijado en ella antes. Era una chica que llevaba un slip y no hacía
más que tocarse. Había cachondeo, ¿le picará el moji?, también se entonó el
“¡déjame que te acarissie el chou chou, déjame!” El caso es que ya casi en el K15
vemos como sus muslos, por detrás, van llenos de sangre. Una imagen impactante,
le llegaba hasta la rodilla los chorreones de sangre. El tema es que iba con el
periodo, intuimos, y la chica se estaría recolocando el tampón, la compresa o
el corcho. Pero el caso es que no funcionaba. La alcanzo justo cuando pasamos junto
al Hospital Virgen Macarena. Veo que en su espalda reza Club Porto, así que
intuyo que es portuguesa. Le pregunto si está bien. Me mira, no tenía cara de
portuguesa, y me dice que sí. Lleva en el pecho la bandera de Rusia. Aunque no
sé si me va a entender le digo que eso es un hospital. No sé si se enteró, lo
entendió o qué, el caso es que no me hizo ni caso, ni me miró.
Dejemos aquí este episodio tan sanguinolento. En este punto
pierdo de vista a Javigan casi de manera súbita. Lo tenía detrás y ya no
estaba. Lo volví a ver aplaudiéndome al entrar en el túnel del estadio. Se
había retirado por precaución. Hizo bien. Ánimo crack, tenemos las 3h en las
piernas.
A estas alturas decido apostar por el grupo antes comentado.
Había estado pululando siempre alrededor de él. Me integré a cola del mismo. Se
iba cómodo, a ritmo adecuado para el objetivo y me dije aquí hasta el final.
Atasco en el avituallamiento |
No hay más que contar hasta la media maratón, bueno sí, no
paraba de girar la cabeza mirando a todo los ciclistas que pasaban por si mi
hermano había solucionado sus problemas y me localizaba. A veces acariciaba el
bolsillo donde llevaba el gel, como Golum hacía con el anillo, mi tesoro.
Llega el K20, donde debía o quería usar el segundo gel, pero claro retrasé el
momento. ¿Cuánto? ¿Hasta el K25? ¿Hasta el K30? ¿Sería tarde? Al final lo hice
en el K25, antes de un avituallamiento.
Pero antes pasamos la media maratón en 1h30m3X segundos,
según el marcador oficial. A ello había que restarle el tiempo que tardé en
pasar yo bajo el arco de salida, unos 15”. Esas cuentas las llevaba yo en la cabeza.
Además en este punto se unen al grupo dos liebres, amigos del que iba marcando
tan bien el ritmo. Los conozco, son atletas de un buen nivel popular, en
concreto uno de ellos sé que baja con soltura de 3’30”/Km en los 10.000. Es
este atleta en concreto el que marca la pauta. Ya intuiréis lo que suele
pasar en estos casos. Va tan fresco, tan suelto a ese ritmo de 4’14”-15” que se le van los pies y
comienzan los tirones. Tan pronto vamos a 4’05” como pasamos a 4’20” dentro de
un mismo kilómetro. El antiguo timonel le corrige casi en todos los kilómetros.
En los primeros momentos yo iba simplemente pensando en mi gel, pero tras
tomármelo ya comencé a dudar si el grupo había dejado de ser el adecuado.
Debí dejarlos ahí, pasar a “autogestión”. Pero aquello
parecía como el burro y el palo con la zanahoria. Cuando marcábamos un K a
4’08” y me decidía a dejar el grupo, el otro paraba a la liebre y nos hacíamos
un K a 4’15”. Esto me hacía volver a dudar y reengancharme. El hecho se volvió
a repetir en varias ocasiones. Y ya en el Parque María Luisa, K32 aprox, le vi
las orejas al lobo, tarde, y decidí dejarles ir.
Aún tuve un par de kilómetros decentes pero los
indicadores de que llegaba el tío del mazo eran inequívocos. Lo primero era que
los cuadriceps se me empezaban a cargar, ya no subían alegremente y la zancada
era más corta. Tras ello llegaron también los isquiotibiales, ambos, en la zona
alta, casi llegando a los glúteos. Nunca me había pasado esto.
Como bien me hizo saber Javigan hace meses, cuando uno
afronta una prueba como la maratón no puede salir con un solo objetivo. Debe
tener varios, priorizados, por si no sale el primero tener un segundo, un
tercero, o un cuarto para tener algo a lo que agarrarse para seguir luchando y
no hundirse. Era realista, aunque ya estaba en el K35 sabía que ya no iba a
bajar de las 3h. Así que el cerebro, que aún rulaba bien, empezó a calcular
para bajar de 3h05m. Con éstas y viendo que la musculatura se me cargaba y
cargaba y ante la duda si me daría algún leñazo serio decidí caminar un poco en
los avituallamientos. Así se me aliviaba la musculatura, me hidrataba bien y con tranquilidad, y aunque
perdía tiempo estaba dentro de los márgenes.
En grupo tras el avituallamiento del K22,5 |
En la catedral, dan agua, plátanos y al final unos chavales
que gritan “¡Energía, energía! No sé de qué hablan pero trinco lo que dan. Es
un sobre de un gel…”mi tesoro”. Ya es tarde pero me lo “jinco” del tirón,
además estaba bueno. No sé si sería el gel o qué pero marco un K decente aunque
luego volví a la realidad y a mi tónica ramplona. Algunos metros caminando para
descongestionar y volver a arrancar algo más aliviado, pero siempre mirando el
reloj. Lo tenía controlado.
Pese a ir tocado, sin chispa, voy animado con el nuevo
objetivo, lo tengo en la mano. Incluso pego algún grito y animo a la banda de
música que hay en La Alameda. Muy
buena iniciativa esta de la música en vivo en diversos puntos de la carrera. Punto
positivo para la organización.
Mini repechín al final de la Calle Calatrava para volver a
Barqueta, duelen los cuadriceps. No pasada nada, camino 50 metros, y vuelvo a
arrancar. Ya estamos ahí- me digo.
Cruzo el puente y vamos hacia el Parque del Alamillo, no paro de calcular y voy
bien si marco los kilómetros a 5’00” aproximadamente.
Quedan 2K y animo algo el paso. K41, paso a atletas miro el
reloj y voy casi a 4’40”, Pasamos junto al estadio, ahora bajo el viaducto, lo
tengo. Giro a la izquierda para encarar el túnel sur del estadio, y ahí, justo
ahí me da un leñazo el gemelo derecho. No puede ser, tras una primera zancada
en falso sigo, pero me da otro pinchazo, paro inmediatamente. Grito y maldigo.
Doy dos pasos antes de reaccionar e irme a un bordillo a estirar el gemelo.
Giro la cabeza y miro al túnel y voy a arrancar rezando para que no vuelva a
dolerme. No lo hace, entro en el túnel y en la cuesta me lanzo con todo lo que
me queda. Toco el maltrecho tartán (de
vergüenza), miro a meta constantemente, quiero ver el cronómetro. Trato de
alargar la zancada todo lo que puedo. Voy rápido, o eso creo. Ya no miro mi
reloj, busco el crono de meta. Encaro los últimos 100m y ya veo que marca
3h05m, pero entre el desfase de salida del tiempo neto y tal me animo a seguir
empujando. Entro contento. He luchado hasta el final y creo haber obtenido mi
premio.
Lo malo es que al llegar a casa y verificar los datos veo
que, hablo en términos netos, en 2005 hice 3h05m23s y en 2013 termino con
3h05m29s, ¡madre mía 6 segundos! Tan poco y tanto a la vez. De haberme ahorrado
alguna de esas paradas “voluntarias” o el maldito calambre en el gemelo lo
habría hecho. Aunque por otro lado la marca de 2005 vale infinitamente más que
la actual, fue una carrera dantesca aquella. Aunque por aquel entonces mi forma
era mucho mejor que la actual. Bueno, basta de peros, aunques y sin embargos.
¿Cómo me siento? Bien, contento, satisfecho. Y lo mejor es que en esa lista de
de objetivos al final, aunque deberían estar al principio, rezaba volver a
disfrutar de la maratón (creo que ha sido la primera vez que lo he hecho) y
sentirme maratoniano. La maratón este año me dijo, no, no vas a bajar de 3h, y yo le dije vale pero déjame batir mi
mmp. Llegamos a ese acuerdo y no ha salido por 6 asquerosos segundos. Pero si
bien en 2005 terminé cabreado y en 2006 asqueado dejando de correr por casi 3
años, hoy tengo ganas de volver a enfrentarme a mi maratón y como no, con la intención de bajar de 3 horas.
Ahora entramos en la sección de reproches y mejoras.
El viernes mi queridísimo hijo arrancó la hebilla del
Garmin, así que tocó correr con él en la mano. Algo muy útil a la hora de
avituallarse o abrir los geles, véase la ironía. Ahora tengo que hacerme algún
apaño. Para más INRI , por si el gps fallaba llevaba mi reloj de vueltas de
toda la vida. Pero claro con los nervios de la salida no lo arranqué y cuando
me di cuenta ya pasé de él.
Lo de mi hermano es pa’echarle de comer a parte. Pero mi
cabreo, no con él sino con la circunstancia, no tiene parangón con su decepción
por no haberme podido ayudar. Obviamente yo no le he dicho nada de los geles ni
nada. Me ha prometido que el año que viene se hace la segunda media conmigo,
corriendo, con dos... Soy sincero, veo complicado que lo logre, pero por lo
menos que lo haga con la bici con ruedas de piedra.
Al sacar la ropa sudada de la bolsa para meterla en la
lavadora he visto que el cerco de sudor en las mallas llevaba un filo blanco.
Esto no recuerdo que me haya pasado antes, así que intuyo que mi hidratación
fue deficiente. Aunque beber más en el caos de los puntos de avituallamientos y
además con los vasos, que la mitad del contenido se perdía en el suelo, en tu
pecho o en la cara del voluntario. Por cierto, el Acuarius escuece en los ojos,
8 de cada 10 maratonianos así lo atestiguan tras visitar Sevilla.
Estrategia de carrera. Creo que no fue mala. Fui cauto en la
primera mitad, pero como ya he reseñado debí dejar marchar el grupo cuando se
incorporaron las liebres y subieron el ritmo a base de tirones. No sé si al
haber ido a mi bola habría bajado de 3 horas, pero quizás habría retrasado la
llegada del muro.
Sí tengo claro o tenía claro, ya antes, que mi preparación
no iba a ser la idónea, o la más oportuna. Decidí apostar, y no me arrepiento,
por luchar por mmp en media maratón en Ayamonte, lo que me dejaba “sólo” 6
semanas para prepararme para la maratón. Opto por un plan de garantías de 6
días/semana de entrenamiento, que se puede adaptar a 5 días/semana. Lo adapto,
lo que reduce el kilometraje semanal, pero es que además en alguna semana sólo
entrené 4 días, sacrificando los entrenos más cortos. Resumiendo, sólo en una
semana he llegado a 90
kilómetros, incluyendo calentamientos y enfriamientos.
Así creo que me presenté algo corto de kilómetros.
La causa de estas “faltas” en los entrenos han sido todos
los trámites de la casa nueva, mudanzas (eterna y aún no terminada) y demás
vicisitudes que ello ha conllevado. Además de saltarme algún entreno ha habido
días que no he estirado nada o de manera deficiente. Imperdonable.
Todos estos factores, a toro pasado, creo que dan más fuerza
a mi satisfacción con la marca y me dan alas dado que la mejora es más que
factible. A esta línea de autocrítica hay que añadir dos fallos recurrentes en
mi persona, bajar algo de peso, estar más cerca de 70Kg que de 75Kg y hacer
algo gimnasia (abdominales, lumbares, gomas, pesas). No hago nada de nada, no
me gusta y me aburre. Pero tengo claro que es clave.
Bueno, Maratón de Sevilla, nos vemos el año que viene,
¿vale?