jueves, 3 de octubre de 2013

XXVIII Media Maratón Córdoba Almodóvar del Río



¡Pum! Se da el tiro y sólo una idea en la cabeza: ¡grupo, grupo, grupo! Si quería ir a por marca, y lo quería, la única opción era encontrar un grupo en el que cobijarse, aguantar todo lo posible en él y encomendarse a todos los santos para ver si llegabas con gas al final.

De nuevo el viento iba a ser el protagonista, ¿cómo en Ayamonte? No, bastante peor. ¿Por qué? Pues porque el viento venía del sur-suroeste y en esa dirección iría la carrera. Es decir, más de veinte kilómetros con el viento de cara. Impensable, de incautos ir a por marca. Pero somos corredores, deportistas. Nos marcamos retos, objetivos y trabajamos duro durante semanas, te sacrificas, ¿cómo no vas a salir a por todas pese a todo? Algo de insensatez sí que hay, sin duda, pero en mi espíritu no estaba en ese día el conformismo. Creo que estoy en un buen momento de forma y había que intentarlo.

Así que durante los tres primeros kilómetros estuve saltando de grupo en grupo, viendo ritmos, si me irían bien, quién iba y quién no, dando tirones, subiendo el ritmo, bajandolo. Dejé pasar un grupo que iba por debajo de 3’50”, encabezado por tres atletas de un mismo club, el Ohmio de Arahal, pero el ritmo era demasiado para mí. Sin embargo veo que finalmente se me quedan a 10 metros, miro para atrás y no veo grupos y tiro para unirme a ellos.

Desde el kilómetro tres hasta el ocho fui lo más protegido posible, lo que no quiere decir que fuese cómodo. Obviamente iba mejor que en la cabeza del grupo, donde iban dos atletas del citado club a ritmo bastante constante, pero atrás el viento también se hacía notar y había continuos toques, roces en codos y piernas que fastidiaban un poco, pero era el precio que había que pagar por ahí en el vagón.

Algún atleta del grupo, con mayor o menor fortuna, saltaba, se aventuraba en solitario para subir el ritmo y hacer su carrera. No todos tuvieron éxito. Yo ni me lo planteaba, me fiaba del ritmo marcado y mi idea era aguantar.

Todo cambió en kilómetro ocho, de golpe uno de los que iba en cabeza se echa a un lado y se pone junto a mí. Poco tardó su compañero en hacer algo igual. Se habían hartado de dar la cara, afortunadamente para mí otros dos atletas toman el relevo y seguimos a un ritmo adecuado, a una media entre 3’55” y 3’57” marcaba el Garmin a esas altura.


En el kilómetro diez hay un punto de avituallamiento y todos nos abrimos. ¿A quién le toca? Tomo la iniciativa pero nadie me secunda, es más sin querer saco unos metros. Voy mirando para atrás de reojo, por lo menos para ver si alguien se pone junto a mí. Esto me jode bastante, ya me doy cuenta que mantener el ritmo sólo contra el viento me va a fundir tarde o temprano y luego sinceramente que ninguno me echase un cable, siempre gusta llevar por lo menos alguien en paralelo. Casi completé tres kilómetros en solitario y ellos seguían detrás de mí, a unos cinco o diez metros. Se me enciende la primera alarma y decido contemporizar y volver al grupo. Solo no voy a ningún lado.

Vienen unos kilómetros raros, yo sé que la marca se me va a escapar o por lo menos iba a estar muy, muy complicado. Ahora sí que el objetivo era aguantar con ellos. En el kilómetro quince, nuevo avituallamiento y ya me veo muy justo, en el kilómetro dieciséis, que además picaba ligeramente para arriba, empiezo a ceder. Otros se habían marchado del grupo algo antes, otros habían caído, ahora era mi turno. Este kilómetro es duro, los cuadriceps van tiesos, no suben y además ya veo que irremediablemente se me va la marca.

Peno más o menos hasta el kilómetro dieciocho o diecinueve. Me pasa un atleta, al que ni trato de seguir, y de golpe siento por detrás que llegan tres, me acoplo, sufro para engancharme. Lo consigo. Voy con lo que tengo, me propongo ir con ellos hasta meta, no lo conseguí pero me devolvieron algo de chispa amén de llevarme hasta uno de los tres integrantes del Ohmio que también había cedido. El último kilómetro es favorable, pero yo simplemente me dejo ir, abro zancada pero no hay mucha más gasolina. Sólo vigilaba que no me volviese a pasar el atleta citado, por amor propio… tontería de atletas fundidos.


Completo la prueba en 1h25m15s, lejos de mi más que plausible idea de bajar de 1h23m. Lo positivo, es buena marca dada las circunstancias. Hacerse una media maratón completa con el viento en contra es algo horrible. Aprovecho para recordar que la prueba se disputa por una carretera convencional de manera íntegra. A los cuatrocientos metros de la salida ya estás en la citada vía y quizás el último kilómetro es dentro del pueblo, el resto carretera sin abrigo alguno.

Otro punto positivo es que el año pasado en esta prueba marqué 1h27m01s, lo que supone una mejora notable y lo que es más, ello indica que mi estado de forma es muchísimo mejor a estas alturas de temporada. Así que queda mucho por venir.

Os dejo el enlace del  Garmin

Pero esperad que esto sigue...


O TE RÍES DE TI MISMO O TE DAS DE CHOCAZOS CONTRA LA PERED

Ahora voy a contar una serie de despropósitos ocurridos antes, durante y tras la carrera que la verdad es que a día de hoy aún no me lo puedo creer.

Afortunadamente el día antes de la carrera dejé preparada la mochila y una bolsa. Sí una bolsa que iba a dejar el coche con las chancletas, el neceser, la toalla… todo lo necesario para la ducha pos-carrera. Sí porque yo tenía que estar en Almodóvar del Río a las ocho de la mañana para pillar uno de los cuatro autobuses puestos por la organización para llevarte a Córdoba para la salida.

Bien la noche antes pongo el despertador del móvil  a las seis de la mañana y antes de acostarme lo compruebo, todo perfecto. Mi idea era desayunar y salir tranquilamente para Almodóvar. Me desvelo, miro el reloj y… sorpresa son las siete y cinco. Me levanto como un resorte, me visto, cojo un plátano, cuatro galletas, un zumo, la mochila y para el coche…¡ostias las llaves del coche!

Iba a estar muy justo para estar en Almodóvar a las ocho, pero imagino que los autobuses saldrán de manera escalonada, no todos a la vez. La cosa se complica cuando en medio del trayecto llega la hora all-bran, irremediable. Llego a Almodóvar, y me confirman que todos se han ido ya y me tienen que explicar como llegar al punto de partida.

Afortunadamente llego bien, aunque a veinte minutos del tiro. La recogida del dorsal bien. Me cambio, dejo la mochila en el bus que la llevará a la meta y caliento lo que puedo… por supuesto otra vez visita al Doctor Roca.

Justo antes de dar el tiro veo que todos tienen un sellito verde en sus dorsales, yo no. Habría algún control previo que yo no pasé. Por fortuna este hecho fue intrascendente.

Veintiún kilómetros después llego a Almodóvar del Río. Me habría gustado enfriar, trotar un poco, ¿pero cómo lo hago si ya me han encasquetado la mochila y no tengo el coche aquí? Bueno pues voy a ducharme y a estirar. ¡Error! Todos los bártulos para la ducha están en el coche. ¿Por qué llevaba cosas por separado? Pues porque por ser previsor y pensar que me extraviasen la mochila quería dejar lo básico en una bolsa en el coche que debería estar en Almodóvar y no en Córdoba. Con las prisas de la salida ni me acordé de la bolsa

Respiro hondo, peor no puede ir la cosa. ¿No?, espera. Veo: “Servicio de masaje” pero claro me dice la chica, primero te tienes que duchar…Me digo que por cojones me doy un masaje. Me voy a la zona de ducha y miro que lo que tengo entre la mochila y la bolsa del corredor. Vale, tengo 2 camisetas, una hará de toalla cutre. Me voy a la ducha simplemente a enjuagarme, ya que no tenía ni jabón ni nada. ¡Cojones! Está fría. Duré bajo el chorro treinta segundos. Me visto, ni gayumbos tenía… Me pongo el pantalón del chándal y…un momento ¿si no tengo gayumbos como me va dar el masaje? ¡Con la chorra fuera! De perdidos al río. Me vuelvo a poner las calzonas con las que corrí, una sensación muy agradable…a que sí.

Entro en la sala me masajes y me atienden de manera inmediata, algo positivo menos mal. La chica me dice que dónde me da el masaje y le indico que en los cuadriceps. Bien, pues no sé si es que la chica era inexperta, si sabía que iba a tener que atender a un montón de atletas o que quería rollo conmigo… el caso es que el masaje consistió en unas suaves caricias en los muslos que duraron poco más de tres minutos. ¿¡Para esto me acicalo morena?!

Bueno, creo que no queda nada más que contar, salvo que claro me tocó esperar más tiempo para coger el autobús de vuelta a Córdoba para recoger el coche. Es decir más tiempo y gasolina, paradójicamente volviéndome a hacer la media maratón, aunque ahora sentado.

¿Ah, que por qué no sonó el despertador? Pues porque la alarma que usé es la que tengo para los días de entreno, y está programada para lunes, martes, miércoles, viernes y sábado. Domingos no, ¿capito? Pues eso, ahora vas y lo twitteas.

4 comentarios:

  1. Buenas, he querido registrarme en el foro de YBR y no se porque no me deja. mi email es ajandroaguilera@gmail.com hablamos por ahi. Gracias!

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  2. Si sigues asim vais a llegar muito bem para a maratona... ánimo!

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  3. Carcassass, en cuanto a lo del ClubYbr consulta en este link:

    http://www.clubybr.com/contacto.html

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  4. Leo, seguro que también haces un gran trabajo de cara al invierno. El Villaverde te vi fuerte.

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