Escribo con cierta desgana esta crónica, quizás con la misma
que afrontaba esta carrera y también las últimas semanas. Y es que con el calor
y toda una temporada encima, cuerpo y mente piden ya un respiro, y lejos de
dárselo, por lo general, seguimos estirando y estirando más la temporada,
aunque nuestro rendimiento vaya ya en claro declive.
Como os decía, desde la anterior popular, que salió mal y eso
también pudo afectar, los entrenamientos ya no iban saliendo tan bien, se sale
a entrenar apocado y claro, así, es complicado.
A sabiendas de ellos un sigue entrenando y el único objetivo
en esta carrera, finalmente, era no petar y terminar satisfecho con el trabajo,
más allá de la marca. Digo que finalmente porque tras la del Parque de Los Príncipes,
una debacle, me puse como meta bajar de 36’48”. Pero con el paso de las semanas
vi que me podía estrellar otra vez, y que iba a ser mejor esperar al otoño, con
la nueva temporada, para volver a luchar al 100%.
Mirando la hora, pensando en qué hacer luego del paseo. |
La semana previa a la carrera transcurre sin tensión, duermo
bien la noche antes, y en la salida no tengo ningún tipo de nervios. Sólo me
contagio un poco, ligeramente, del ansía que veo en algunas caras de los
compañeros con los que caliento y hablo. Pero aún así estoy… pluff.
Se da el tiro y salgo a mi ritmo, buscando mi paso, nada de
hacer un primer kilómetro a muerte. Nada de alardes. Esto hace que me pase
muchísima gente en la salida, pese a picar a 3’40” el primer mil. Pero ya en
ese punto la cosa cambia y soy yo el que empieza a pasar. No hay mucha
historia. Sigo entre 3’38” y 3’40”, estable y relativamente cómodo. De hecho
incluso me veía con la posibilidad de atacar la marca. Pero seguí con pies de
plomo.
Segundo "palmerazo" |
En el K3 ya me quedo solo, he ido apoyándome en grupos para
ir escalando posiciones, pero ya aquí sólo hay atletas sueltos. No sería hasta
mediado el K6 o llegando al K7 donde hubo un cambio. Pasamos bajo las vías del
tren, suelto piernas y brazos en la bajada y contemporizo muchísimo en la
subida, no quiero cebarme. Pese a mis esfuerzos esa leve subida me sacó de ritmo,
no volví a él.
Ya hasta meta tuve una lucha conmigo mismo bastante intensa.
¿Dejarme ir o seguir? Me costó, pero luché por lo segundo. Como decía el ritmo
se resintió un poco, sobre 3’45”, hasta llegar a meta. Incluso el último mil,
donde hice un amago de subir el ritmo, vi que no era posible y me fui a
3’48” ya tieso, sin cambio en la recta final. Finalmente 37’07”. Ya digo, no
fue la carrera de mi vida, pero creo que poco más se podía sacar.
Meta, "no fuel" |
Como anécdota decir que, ya dentro del parque, antes de
llegar al K9, que estaba perfectamente marcado, había un arco hinchable. En esa
recta, y sin venir a cuento, dos atletas se lanzaron en un sprint a muerte,
como si no hubiese mañana. Pocos metros después ellos, yo, y todos los que por
ahí estábamos, nos percatamos que los dos creían que era el arco de meta y que
habían hecho un precioso sprint a 1K de meta. ¡Qué pena no poder reírme
entonces! No había fuerzas, pero fue un puntazo.
Bueno, ya queda menos, próxima y última parada: Nocturna de
Carmona. ¡A DISFRUTARLA!
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