MaraSevi 2013 |
Bueno, pocas horas restan para estar metidos en un cajón,
con miles (que se dice pronto) de atletas dispuestos a recorrer la legendaria distancia
de 42.195 metros.
Estas postreras líneas no son para alentarnos, animarnos de manera épica en
esta competición. Alejado de la mística, la glorificación de la/el maratón, que
se suele hacer en estos días, quiero expresar como veo yo, repito
yo, este tipo de competición.
Mi afecto hacia la maratón es escaso. La afronto como esa
asignatura que no te interesa nada, que te ha quedado para septiembre, que te
jode todo el verano, que sólo deseas aprobarla con un cinco y olvidarte de
ella lo antes posible.
Me parece una prueba muy injusta, que requiere mucho
esfuerzo y sacrificio previo para obtener la recompensa. Recompensa que suele
ser negada cruelmente al más mínimo contratiempo o error por nuestra parte. Muchos
encuentran ahí su encanto, su magia. Yo en cambio ahí fundamento la mayor de
mis antipatías. Me seduce más correr una prueba de diez kilómetros o una media
maratón que una maratón. Obviamente cada uno es cada uno.
Lo único bueno que, por ahora, me ha dado esta prueba fue la
preparación de la misma en 2005. Extraordinarios momentos con Jose María
Coronilla y Ricardo García en los meses previos. Desgraciadamente una preparación
esmerada, disfrutada, no sirvió de nada ante un día perrísimo. De esa primera
ostia, creo, me viene esta animadversión a la prueba.
¿Por qué la corres?, os preguntaréis. Pues bien, únicamente
por autosuperación y autoconvencimiento de que valgo menos de 3 horas. Así que
me da igual cuanto bajar de ese tiempo, cuanto más mejor, que no soy idiota. Pero
lo mismo me da 2h55m, que 2h57m, que 2h53m. Una vez que lo consiga, espero que sea
en esta edición, será tiempo de evaluar. Seguir corriendo esta distancia más
veces, o mandarla al carajo. Siempre se dice: "no digas nunca jamás", pero ha día
de hoy estoy deseando darle una patada en el culo.
Nos vemos mañana. Mis mejores deseos para todos.
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